Por Liliana Fischer
La comunicación es la base de la conección, de la relación interna y las interrelaciones, de lo que muestras o no, la comunicación es verbal y no verbal.
El proceso de la comunicación es activo, dinámico y a veces hay malas interpretaciones al decodificar. El emisor transmite un mensaje con sus propios códigos (símbolos, interpretación, significado) el mensaje se transmite con un lenguaje verbal y gestual y el receptor lo recibe, lo decodifica (con sus códigos) lo interpreta y se convierte en emisor al enviar el feedback al otro que se convierte en receptor. En este proceso hay ruido, canales de comunicación, atención o no, escucha atenta o no que son parte de esa interpretación.
El Dr. Alfonso Ruiz Soto, creador de Semiología de la Vida Cotidiana nos comparte: “El orígen de todos nuestros males radican en la ignorancia de nosotros mismos”. Coincido con él, la mayoría de los problemas de vida es la falta de autoestima, autoaceptación, autoconcepto, a la interpretación de la comunicación desde nuestro código, sin entender que no todos tenemos la misma decodificación de los mensajes y por ende hay una comunicación fragmentada o malinterpretada que nos pone mal con el otro.
Tambien se conecta con la alfabetización emocional, que es la capacidad de reconocer y describir nuestras emociones de forma precisa, para permitir cubrir (comunicar) nuestras necesidades emocionales.
Si no hay autoconocimiento y reconocimiento de las emociones en uno mismo ¿cómo pretendemos comunicar? La significación de los eventos de vida, es decir, cómo vivimos y sentimos la experiencia nos va dando la pauta a la interpretación o significación . Todo lo que ocurre en la vida de una persona percibe signos, procesa signos y emite signos.
Ruiz Soto dice: “La realidad es lo que es, pero la vida es lo que tú significas”. No vivimos los hechos, vivimos lo que los hechos significan en nuestro escenario interno de consciencia.
Una pregunta existencial que con frecuencia visito es ¿Quién soy? Es una pregunta compleja cambiante para mí. La gran mayoría de personas no tenemos la respuesta clara y definida. No hacemos tiempo para atendernos, cuestionarnos, aceptarnos, perdonarnos y amarnos.
Para llegar a la autorealización hay que delimitar quién soy y qué quiero. El meollo de este asunto es que no estamos comprometidos con nosotros mismos y preferimos que alguien se comprometa y tome las desiciones por uno.
Para conocernos a través de la introspección, entendemos que el centro de esa persona soy yo (desde el amor y no del ego), de ahí surge la consciencia, el principio de realidad, el escenario interno, el autoconcepto y la autoestima, de ahí parte la relación con los demás y con el universo.
Ruiz Soto comenta que el mayor acto de servicio es ofrecer la suprema versión de tu propio ser. Para eso se requiere el trabajo continuo propio. Al tener auto consciencia y accionar con congruencia se facilita el camino de la transformación.
Para el proyecto de vida se requiere interés, valor, consciencia, trabajo continuo para seguir definiendo quienes somos y que queremos, ya que la vida es cambiante y cada uno tenemos experiencias distintas. Cómo lo significamos y cómo lo vivimos hace la diferencia para llegar a donde queremos.
La plenitud del ser solo existe en tí, en armonía conmigo y con el universo. Regresemos a entender nuestros códigos y significaciones en la comunicación propia y con los demás para estar claros en la manera de relacionarnos.
“No queremos simplemente realizar acciones, queremos realizarnos en las acciones que realizamos” Dr. Ruiz Soto
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