¡PARDIEZ!
Históricamente México y sus antecesores Nueva España y los pueblos prehispánicos han estado ligados fuertemente al tema religioso. Como muchas de las antiguas civilizaciones politeístas, la maya o la mexica tuvieron una base sacerdotal que formaba parte importante en las decisiones de dichos reinos.
La llegada de los europeos, asiáticos y africanos a lo que hoy es México como parte del fenómeno del encuentro de dos mundos trajo la religión cristiana con la iglesia católica como su máxima representante. También llegaron como minorías y con mucha discreción el judaísmo y el islam, quienes aparentaban ser católicos para no tener dificultades con el Santo Oficio.
Durante la Nueva España, los religiosos tuvieron una notable participación, que muchos consideramos de vertiente positiva y negativa también. Por un lado, estuvieron involucrados el diseño de catedrales y edificios que hasta hoy son importantes recintos turísticos. De igual modo un lado negativo con la dureza que tuvo la Santa Inquisición, que desafortunadamente era lo “normal” en aquel entonces, siendo un ejemplo la masiva quema de brujas en lo que hoy es Alemania.
Después de la Independencia de España, las primeras constituciones seguían teniendo un componente religioso muy importante, mencionando a Dios como principal catalizador social, muy al estilo de cómo ha sido históricamente en Estados Unidos, en dónde se ve el gran diferenciador que hay entre las iglesias evangélicas y la católica (ambas cristianas).
Las Leyes de Reforma de Benito Juárez trajeron consigo una separación entre los asuntos del Estado y de la Iglesia, lo cual iba en línea con muchos movimientos nacionalistas que nacieron en Europa durante segunda mitad del siglo XIX. Aún con ello, el matiz religioso no se borró del todo, siendo un ejemplo cuando el himno nacional mexicano dice “Y Con el dedo de Dios se escribió”.
Las élites revolucionarias que dieron origen al viejo PRI intentaron ingenuamente erradicar la vocación religiosa de la sociedad mexicana, lo que provocó el movimiento Cristero, que es un claro ejemplo de cómo las decisiones políticas de escritorio pueden estar tan alejadas de las dinámicas sociales. No olvidemos que Miguel Hidalgo fue un cura y que el Guadalupanismo en un fenómeno único en el mundo, siendo la basílica de Guadalupe el segundo recinto católico más visitado después de la mismísima basílica de San Pedro.
El artículo 130 de la Constitución es el que habla de la separación de la Iglesia y el Estado. Menciona que los ministros de culto pueden votar pero no ser votados ni hacer proselitismo político. A penas en 1993 existe una relación diplomática formal entre los Estados Mexicano y el Estado Vaticano, que es al mismo tiempo un país y la sede de la Iglesia Católica. Cuando vino a México el Papa Juan Pablo II en 1979 no había aún relaciones diplomáticas con el Vaticano y aún así, el Presidente López Portillo lo recibió como Jefe de Estado, lo cual provocó muchas polémicas. Incluso El llegó a decir que pagaría la multa si es que la había.
Hace unas semanas, el Arzobispo de León Guanajuato, Alfonso Cortés llamó a no votar por morena por su apoyo al aborto, lo cual es algo inédito debido a que la Iglesia mexicana es muy cauta en cómo trata de incidir en la política. Guanajuato es el estado de México con mayor porcentaje de católicos, lo cual tal vez sirvió como arropamiento al arzobispo para hacer declaraciones políticas.
Paradójicamente el Instituto Nacional Electoral no tiene la autoridad para sancionar temas de índole político-religioso, y lo que procede a hacer es turnarlos a la Secretaría de Gobernación, la cual es poco probable que haga más que una amonestación, debido a que miden los costos políticos de tener un enfrentamiento directo con una institución tan importante como la Iglesia, a la cual millones ven como líder de decisiones sociales.
Considero que las leyes juaristas en son obsoletas y debería de haber una apertura a que cualquier ministro de culto tenga una participación activa en política, tal cual sucede en otros países como Estados Unidos o Brasil.
La actual administración federal llegó al poder con apoyo del extinto partido político PES (Partido Encuentro Social), cuya formación tuvo en gran parte a algunas iglesias evangélicas, lo cual es positivo, ya que cualquier espacio que sirva para hacer política y mejorar a nivel social debe ser tomado en cuenta. AMLO tiene una buena interlocución con algunos ministros evangélicos, y debido a varias causas no las relaciones con ministros católicos no pasan por el mejor momento.
Considero que la labor del “Desayuno Nacional de Oración”, agrupación que data de hace 70 años en Estados Unidos y que llegó a México hace tres años, es acertada en el sentido de reunir a líderes políticos y religiosos para afrontar problemáticas sociales urgentes. Este tipo de iniciativas son criticadas por los políticos que no toleran que otros liderazgos tomen protagonismo, ya que desean tener el monopolio de la política.
Por Héctor J. García
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