Por Edith Tornero
Definitivamente, el Valle de Guadalupe es una zona que alberga alrededor de 300 vinícolas, vitivinicultores y toda una cadena de valor. En esta misma se encuentran los productores de barricas, botellas, maquinaria, silos, personas que cuidan la siembra y quienes la cosechan; las etiquetas, marbetes, empaques, pero también los sommelier y personas que empíricamente fabrican el vino. También quien lo decanta en su mesa o lo pone a la venta. Igualmente, el transportista que lleva a los clientes a las vinícolas y restaurantes, los que preparan maridajes y los que con sus manos elaboran diferentes artesanías que ponen a la venta.
En esta misma cadena, están animales como las lechuzas blancas que libran las parcelas de roedores, así como plantas y minerales que contribuyen a una buena cosecha. Sin olvidar los eventos artísticos, exposiciones de arte y celebraciones cuando es tiempo de cosecha, la lista es larga. Toda una sinergia proactiva se vive en el valle todos los días.
Por otro lado, y también participantes de este bello escenario, son las regulaciones y las personas que verifican que se cumplan. Y qué decir de toda la derrama económica de propios y extraños que visitan cada año este bello destino; ícono no solo de México sino del mundo.
En la víspera del 43° Congreso Mundial de la Viña y el Vino 2022, todos se preparan para mostrar su mejor cara al mundo. Las carreteras transitables, el embellecimiento de las vinícolas, las capacitaciones para dar el mejor de los servicios, la limpieza de los caminos y lo más importante…mostrar al mundo que somos socialmente responsables.
Aquí algunas recomendaciones:
· Seamos uno solo. Recomendemos nuestro valle como un todo, cada vinícola, cada viñedo, hotel, restaurante, tiene su toque especial porque fue concebido con esfuerzo y entusiasmo.
· Incluyamos a nuestros pobladores en esta sinergia. No solo generando fuentes de trabajo, sino también a través de proyectos sociales que les permita crecer y sentirse parte de la vocación de este destino turístico. Pongamos nuestro granito de arena promoviendo en las comunidades la capacitación, servicios comunitarios y educativos, programas socio culturales y, sobre todo, médicos para los niños y personas de todas las edades.
· Cumplamos con toda la normatividad vigente que ha sido creada por personas como nosotros, cuyo único objetivo ha sido prevenir, cuidar, proteger nuestro entorno y la sana convivencia. Investiguemos y apoyémonos los unos a los otros en cómo gestionar y cumplir. Seguro que siempre hay alguien dispuesta a orientarnos por dónde empezar.
· Utilicemos insumos que no perjudiquen nuestro entorno como: luz artificial que opaca las bellas noches estrelladas, el unicel (foam) que tarda más de 500 años en biodegradarse, el plástico en todas sus formas que por más que se fraccione en pedazos, tarda en integrarse de nuevo al entorno.
· Respetemos cada rincón y cada pedazo de tierra. Los animales y plantas propias de la región han sobrevivido por años; ellos ya estaban aquí antes de nosotros. Aprendamos de ellos que han entendido el equilibrio y la sustentabilidad, cada planta, matorral, cada mineral, cada abeja, avispa, serpiente, araña o roedor. Todos son dignos de respeto.
· Evitemos la quema de basura. Es mejor separarla ya que al hacerlo no hay basura como tal y este es el ciclo: la comida a la composta y las botellas de vidrio, plástico, latas: a las recicladoras. Mismas que harán lo propio para que tengan un buen final.
· Los residuos que resultan de la construcción también pueden ser separados y aprovechados. Lo que ya no es útil para unos, para otros puede ser su materia prima. Ejemplo: restos de tubería de PVC, cobre, fierro, ABS, cables, alambre; por separado: tornillos, clavos y restos de escombro.
· ¡Analicemos hoy nuestros residuos para que mañana podamos separarlos e identificar dónde llevarlos, el resultado nos sorprenderá!
· Que decir del agua. Bien tratada, el agua gris sirve para riego y el dar mantenimiento a las instalaciones hidrosanitarias se vuelve una mina de oro en ahorro. Y por supuesto la energía; aprovechar la luz del día y durante la tarde, ofrecer al visitante la puesta de sol que, en esta temporada, viene acompañada ya de un clima más templado.
· No olvidemos todo el residuo textil: camisetas, gorras y chales, de una u otra forma tienen algún grado de poliéster que es un polímero, plástico. Toda la ropa que hoy se mancha o maltrata, termina en los vertederos. Podemos darle una segunda vida donándola a personas que seguramente les será de mucha utilidad.
· Instruyamos a través de la capacitación a todo nuestro personal a optimizar todos los recursos. No es solo ahorrar dinero, es respetar esa cadena de valor y el trabajo de otros, para que al llegar a nuestras manos demos el uso responsable a cada cosa.
· Y lo más importante, promovamos todos el valle con espíritu responsable, para que nuestros visitantes lo aprecien, repliquen y valoren todo lo que ponemos a su disposición, para que tengan una estancia llena de bonitas experiencias y momentos inolvidables.
Solo así, todos podremos coexistir en este maravilloso y privilegiado espacio.
¡Que el Valle de Guadalupe nos una!
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