Por Liliana Fischer
Individuación desde la psicología se entiende como el proceso mediante el cual una persona se convierte en un individuo integrado, llegando a ser uno mismo y alcanzando la capacidad de ser totalmente autónomo e independiente. La Real Academia Española lo define como la acción y efecto de individuar.
Carl Jung, consideraba la individuación como un proceso psicológico de integrar los opuestos, incluyendo el inconsciente y el consciente, teniendo la autonomía necesaria para que la persona se convierta en una.
Este proceso de transformación en donde lo inconsciente personal y colectivo, se hace consciente mediante sueños, imaginación activa y asociación libre. El proceso es para ser asimilado por la personalidad completa, siendo un proceso natural necesario para la integración de la psique, de esta manera se une la salud física y mental y se avanza a una individuación más armoniosa, madura y responsable.
(Carl Jung, Two Essays on Analytical Psychology. Princeton, NJ: Princeton).
Éste es un proceso continuo y cambiante toda una vida. Al definirnos, entendernos, aceptarnos y amarnos desde ese reconocimiento propio de lo que realmente somos, se puede comunicar, conectar, y relacionar con los demás desde el amor propio y no desde el ego.
Los arquetipos son nuestra herencia psíquica; roles y patrones que la sociedad acepta y realiza inconscientemente. Son representaciones milenarias del inconsciente colectivo que debemos concienciar y decidir si los adoptamos o los rechazamos para la definición del YO.
La individuación es clave para el amor. Primero para el amor propio, con consciencia, sin juicio, empatía y con metas a logros que nos hagan feliz intensamente. Ya que, si es hacia afuera, opera desde el ego y desde las máscaras; lo que emitimos para darle gusto a las expectativas de los demás.
Erikson comparte que la integridad se torna en patrimonio de su propia alma. La integridad para mí, es la coherencia entre lo que se piensa, se siente, se dice y la acción. La sabiduría es el conocimiento profundo de lo que acontece en la existencia de todo ser, a nivel individual, grupal y universal.
Las relaciones humanas y el entendimiento del amor conectan con la individuación, el amor propio y el trabajo interno para integrarnos de manera holística. Para amar nos tenemos que amar primero, para empatizar tenemos que empatizar con nosotros mismos; y para estar abiertos y libre de juicios, tenemos que comenzar por no tener juicios propios.
Lo que proyectamos al otro generalmente es propio. Por eso se recomienda el trabajo terapéutico para hacer consciencia, rescate, cambio y sanación. Esto nos permite ser responsables y autónomos, aunque sea doloroso, incómodo, y sea más fácil culpar a otros.
El amor desde el ego no es amor, opera desde el egocentrismo y egoísmo. Ese sentimiento y energía está condicionada a lo que el demandante exige. El ego es un modo de “desconectar” por completo de los ejes que mueven el amor consciente, el amor maduro que se ofrece en libertad y plenitud al otro para formar pareja, para tener un proyecto en común respetando siempre el crecimiento personal de cada uno.
Un estudio de la Universidad de Lübeck, Alemania concluye que cuanto más conseguimos sintonizar con el mundo emocional de alguien hasta el punto de descifrar sus sentimientos, mayor es la atracción. Por lo que primero tenemos que sintonizar con las emociones propias, que a veces están desarticuladas.
-Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez-.
Gabriel García Márquez
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