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Las vacaciones, mucho más que un merecido descanso.


Por Larissa Osuna



Escribo este artículo desde un hermoso lugar en la Baja, a donde me dirigí junto con mi familia para descansar unos días con motivo del período vacacional de Semana Santa.

Como por arte de magia, al llegar aquí, mi mente empieza a despejarse de muchos pendientes y de la acostumbrada actividad intelectual que con motivo de mi trabajo desarrollo. La cercanía con el mar, la naturaleza y el aire fresco, genera en mí una sensación de bienestar muy difícil de explicar; me siento viva, energética, agradecida y feliz. Realmente no requiero demasiado para encontrar la paz que estos elementos de la naturaleza me producen, solo experimentarlos, observarlos, palparlos.

El relato bíblico de la creación en el libro de Génesis, narra cómo hasta Dios descansó el séptimo día después de 6 arduos días que le tomo la creación de nuestro mundo, incluyendo a la raza humana. Y no solo eso, sino que santificó el séptimo día para establecerlo como día de descanso, por lo tanto, para quienes somos creyentes, descansar bien glorifica a Dios.

Según un artículo de Gabrielle deGroot Redford, los que participamos de la actividad económica, estamos expuestos diariamente a miles de estímulos auditivos, visuales y neurosensoriales que a nuestro cerebro le es imposible procesar toda esa información mientras la recibe. Muchas de las actividades de etiquetado y almacenamiento de memorias se realizan por la noche mientras dormimos, por eso la importancia de un sueño suficiente y reparador de manera cotidiana, además merecemos descansar por lo menos un día a la semana y, periódicamente, tener espacios de relajación que nos permitan desconectarnos de todo lo que demanda esfuerzo, afán, estrés y preocupaciones en cualquiera que sea dicha actividad.

También la Ley Federal del Trabajo establece 6 días de trabajo por un día de descanso obligatorio como mínimo, así como períodos de descanso vacacional cada año.

¿Pero cómo impacta el descanso en las diferentes esferas de nuestra vida? Veamos:

En nuestro cuerpo: El descanso provoca que nuestro cuerpo se recupere y reinicie. El sistema inmune se fortalece, la presión sanguínea baja, la inflamación en el cuerpo se reduce, y se recupera la energía, elimina toxinas entre muchos otros beneficios. -Fuente: internet.

En nuestra mente: Mejora la memoria, la concentración y la capacidad mental. Dormir poco puede estar relacionado con una reducción en el volumen cerebral, las sustancias químicas secretadas durante las etapas más profundas del sueño, son fundamentales para reparar el organismo, incluido el cerebro. – Fuente: internet.

En nuestro Espíritu: Descansar, nos permite entender que no somos necesarios para sostener el universo y que podemos dejar temporalmente los afanes de la vida para cultivar el bienestar espiritual por medio de la meditación, la acción de gracias, la oración y la convivencia con las personas que amamos. Esto nos recarga a nivel espiritual y nos fortalece para las pruebas que enfrentamos inevitablemente en nuestro paso por la vida.

Me gusta mucho el significado de la palabra Eudaimonía en el griego, que significa felicidad, bienestar o vida buena, también florecimiento humano y prosperidad, como su traducción más precisa. Es algo que se elige tener, es esta determinación de los estoicos de encontrar bienestar en cualquiera que sea su situación, apelando a las libertades intrínsecas del ser humano, como la libertad de escoger la reacción ante lo que nos sucede con optimismo y contentamiento.



Mientras escribo estas líneas dirigidas a mis apreciables lectores, deseo que también puedan apartar tiempo para ustedes de acuerdo con sus posibilidades y gustos, para descansar y reconectarse consigo mismos y con quienes ustedes más aman.



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