Por MD Larisa Osuna
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Según la RAE, sarcasmo es una: "burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo”
Una frase que se le atribuye a Oscar Wilde es esta: Sarcasmo es «La forma más baja de humor, pero la más alta expresión de ingenio»
El sarcasmo no debe confundirse con ironía, aunque entre las dos existe una línea muy fina. La ironía es una expresión contraria a lo que realmente se pretende decir que conlleva una burla disfrazada sobre una situación en particular sin el deseo de ofender a alguien, como por ejemplo usando la expresión: -Con lo que me gustan las aceitunas! - cuando en realidad las detesto.

En cambio, el sarcasmo puede utilizar la ironía pero de manera mordaz y dirigida a una persona en particular para herirla o criticarla.
En lo personal, considero al sarcasmo como una falla en la comunicación, ya que quien la utiliza, difícilmente puede lograr comunicar algo que no sea humillación y emociones negativas; a lo que seguramente obtendrá a cambio será rechazo de su interlocutor y mayores emociones negativas; por lo tanto, no se producirá un diálogo constructivo y respetuoso.
En mi carácter de mediadora de conflictos, encuentro frecuentemente que cuando en la relación existe desbalance de poder, utilizan este tipo de “recurso” para agredirse y hostilizarse, logrando que ese conflicto escale a niveles que difícilmente podrán resolver ellos solos.

El lenguaje español es tan rico y vasto, que me cuesta mucho trabajo entender que una persona no encuentre las palabras adecuadas y respetuosas para manifestar una inconformidad respecto de una situación que le aqueja. El diccionario de la Real Academia Española contiene 88,000 palabras, así que tenemos un amplio repertorio como para vernos en la necesidad de utilizar un tipo de comunicación que es poco útil y beneficiosa para expresar nuestras ideas.
La comunicación efectiva, propone que debemos dominar el arte de comunicar las ideas de manera respetuosa y practicar la escucha activa para comprender mejor a nuestros interlocutores.
También considero una enorme herramienta aprender a plantear nuestras críticas de manera que produzcan un cambio, edifiquen a la persona y la conduzcan bondadosamente a rectificar alguna conducta errónea. De otra manera no son críticas constructivas y conlleva el afán de destruir y dañar.
El sarcasmo dirá “¡que puntual eres!” cuando una persona llega tarde, la comunicación asertiva diría: “aprecio cuando valoras mi tiempo y llegas puntual”. Las personas que se enfrentan al sarcástico, se verán en la necesidad de teorizar sobre qué es exactamente lo que le están criticando y qué debe responder, además de la molestia que les genere recibir esa clase de crítica mordaz y destructiva.
El sarcasmo también puede indicar que, quien lo utiliza, cree poseer una inteligencia superior, sagaz o brillante dominando este “tipo de leguaje”; pero lo cierto es que es una forma burda de agresión y un “tipo de ingenio venenoso” que afecta de manera directa a la autoestima de las personas, y no tiene nada que ver con inteligencia emocional.
Según Sigmund Freud:” La tendencia a la agresión es una disposición innata en el hombre”, lo cual nos hace completamente responsables de vigilar sobre nuestro estilo de comunicar y reflexionar sobre el efecto de nuestras palabras en los demás.
No es poco frecuente que las relaciones interpersonales sean destruidas por estas dinámicas donde se utiliza este tipo de “bulliyng”, que más bien disfraza una enorme inseguridad con arrogancia.
Quizás entrar en verdadera consciencia de las motivaciones, detrás de nuestras palabras, sirva para erradicar este desagradable vicio del lenguaje.
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