Eusebio Kino y la leyenda del nombre: Un viaje por el alma de Baja California
- Aria Celeste
- 2 jun
- 3 Min. de lectura

Son pocas las regiones en el mundo combinan historia, mito y geografía con tanta intensidad como Baja California. Su nombre evoca mares azules, desiertos que arden y misiones que susurran siglos de fe y aventura. Pero, ¿sabías que detrás de este nombre hay una mezcla de literatura medieval y exploración jesuita? En el centro de esta historia se encuentra un personaje clave: el padre Eusebio Francisco Kino.

El padre Kino: fe, ciencia y cartografía
Nacido en el Ducado de Saboya en 1645, Eusebio Kino fue un misionero jesuita con una pasión que iba más allá del evangelio: amaba las matemáticas, la astronomía y la cartografía. Llegó a la Nueva España en 1681, y muy pronto se embarcó en una labor que marcaría su vida y la historia del norte del continente: la exploración y evangelización del noroeste mexicano, incluyendo la península de Baja California y el actual estado de Sonora.
Kino no solo fundó misiones y convivió con pueblos indígenas como los pimas y los yaquis, sino que también realizó uno de los mayores aportes científicos de su tiempo en América: demostrar que California no era una isla.
¿California era una isla?
Durante siglos, muchos mapas europeos mostraban a California como una isla separada del continente, flotando como una fantasía frente al Pacífico. Esta idea venía de relatos míticos y de la novela de caballerías "Las sergas de Esplandián", escrita por Garci Rodríguez de Montalvo a comienzos del siglo XVI. En esta historia, California era una isla paradisíaca gobernada por la reina Calafia, poblada solo por mujeres guerreras y criaturas exóticas. El nombre California, entonces, nació en la ficción.
Los conquistadores españoles, fascinados por las riquezas y misterios del Nuevo Mundo, tomaron este nombre literario y lo aplicaron a las tierras que iban descubriendo. Así, la península comenzó a ser llamada California, y por muchos años se creyó que era realmente una isla.
La verdad geográfica… y la Baja
El padre Kino, tras múltiples expediciones entre 1698 y 1706, logró cruzar caminos, observar costas, registrar ríos y unir trazos en sus mapas. Fue el primero en probar con certeza que California estaba unida al continente, lo que desmentía siglos de creencias geográficas. Sus mapas, sorprendentemente precisos para la época, mostraron que esa supuesta isla era en realidad una península, hoy conocida como Baja California.
El término “Baja” (del latín baxa, que significa “más baja” o "al sur") se usó para distinguirla de lo que más adelante se llamaría Alta California (hoy parte de los Estados Unidos). Así, la península se bautizó oficialmente como Baja California: el extremo sur de la mítica tierra de Calafia.
El legado que no se borra
El padre Kino murió en 1711 en lo que hoy es Magdalena de Kino, Sonora, dejando un legado monumental: fundó más de 20 misiones, ayudó a establecer rutas comerciales, promovió el respeto entre culturas, y corrigió un error cartográfico que había durado más de un siglo.
Pero más allá de sus mapas o misiones, Kino es recordado por su capacidad de unir mundos: la fe y la ciencia, Europa y América, la leyenda y la realidad.
Hoy, al recorrer Baja California, entre cactus, misiones coloniales y paisajes que parecen de otro planeta, uno no puede evitar pensar que la reina Calafia y el padre Kino se siguen encontrando —uno desde la leyenda, el otro desde la historia— en esta tierra única que lleva un nombre nacido de la imaginación… y corregido por la observación.
*Fotografias tomadas del internet
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