Por Liliana Fischer
Los filósofos trataron de explicar la creatividad mediante la divinidad. La creatividad era una suerte de inspiración sobrenatural, un capricho de dioses. La persona creativa se consideraba un recipiente vacío que un ser divino llenaba con la inspiración necesaria para que crease.
Platón sostenía que el poeta era un ser sagrado, poseído por los dioses, que solo podía crear lo que le dictasen sus musas (Platón, 1871).
Esta concepción divina se va borrando para darle valoración al rasgo hereditario. Al mismo tiempo, emerge una concepción humanística, desde la que el hombre ya no es un ser abandonado a su destino o a los designios divinos, sino coautor de su propio devenir.
La primera investigación relevante de la modernidad sobre el proceso creativo tiene lugar en 1767 por William Duff, quien analiza las cualidades del genio original, diferenciándolo del talento. Él sostiene que el talento no se acompaña de innovación, mientras que el genio original sí.
Kant entendió la creatividad como algo innato, un don de la naturaleza, que no puede ser entrenado y que constituye un rasgo intelectual del individuo.
Galton destaca dos características influyentes para investigaciones: la idea de libre asociación y de cómo esta opera entre el consciente y el inconsciente.
Sigmund Freud después desarrolla desde el psicoanálisis, la aplicación de técnicas estadísticas al estudio de las diferencias individuales, que lo convierten en autor puente entre el estudio especulativo y el estudio empírico de la creatividad.
Jung formuló en un apunte los lineamientos de una “teoría esotérica del arte”. El proceso creativo consiste en avivar inconscientemente el arquetipo y en configurarlo hasta llegar a la obra plena. La configuración de la imagen arcaica, es una traducción al lenguaje presente. Ahí está la importancia social del arte, ya que hace aflorar las figuras que más le faltan al espíritu de la época.
Menciona que aun cuando el artista hace su trabajo de volver legibles arquetipos inconscientes, esta “traducción” no es del todo transparente y quien se acerque a la obra de arte, también tiene que hacer su propio trabajo de lectura, interpretación y elaboración simbólica.
La filósofa Simone Weil dice que un método para comprender las imágenes y los símbolos es no tratar de interpretarlos, sino simplemente mirarlos hasta que brote de ellos la luz.
La Gestalt aportó una concepción fenomenológica de la creatividad. Desde el psicoanálisis, la creatividad es el fenómeno que emerge de la tensión entre la realidad consciente y los impulsos inconscientes del individuo.
Freud sostiene que los escritores y artistas producen ideas creativas para expresar sus deseos inconscientes de una forma socialmente aceptable, por lo que el arte es un fenómeno compensatorio.
Desde la Grecia Clásica hasta nuestros días, no hemos conseguido alcanzar una definición universal de creatividad, por lo que aún estamos lejos de comprender su esencia.
Para mí la creatividad es innata y es una herramienta de vida. El proceso creativo es productivo en muchas dimensiones. Por lo que utilizo la arteterapia en la psicoterapia y me expreso como artista plástico, ya que es catártico y sanador.
La creatividad se caracteriza por la Espontaneidad, la Libertad, la Sensibilidad (conectar con los sentidos y el pensamiento lúdico), y la Excitabilidad.
La creatividad es importante porque ha jugado un rol vital en la evolución de la especie humana, ya que le ha permitido enfrentar diversos problemas y desarrollar herramientas, soluciones novedosas, originales y a conectar.
La creatividad y su arte, ilumina por un breve momento la enorme oscuridad del inconsciente colectivo y de la cruda realidad para darle solución.
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