top of page

Nuestra Herencia.


Por María Isabel Uribe Velasco - Psicóloga Clínica.





Septiembre mes la Patria. Sinónimo de soberanía para nosotros los mexicanos, ya que en estas fechas es cuando conmemoramos nuestra Independencia.

Y me gustaría que tomáramos este mes, con todo lo que significa, para que demos una pequeña revisión a nuestra situación psicológica como mexicanos.

El psicoanalista Carl Jung, nos habla de la existencia del inconsciente colectivo, es decir, que podemos tener conductas cuyo origen ya no recordamos, porque su significado se pierde en los laberintos psicológicos de nuestra historia.

Para Jung, guardamos información simbólica desde hace mucho tiempo sin darnos cuenta, porque se encuentra en nuestro inconsciente colectivo, o sea, lo tenemos sin saber qué significa ni desde cuándo está ahí, pero determina nuestras actitudes, y estas, nuestras conductas.

Cuando hacemos consciente una conducta, podríamos darnos cuenta de lo que significa o conocer su origen, entonces podemos cambiar nuestras actitudes y con ello nuestro comportamiento, si así lo deseáramos hacer. Este tema me parece sumamente importante.

A través de mis estudios y trabajo psicoterapéutico, he podido darme cuenta de la influencia social y cultural que tienen nuestras creencias en nuestro comportamiento; con ello he confirmado el planteamiento de Jung.

¿Será esto lo que nos detiene como pueblo para crecer?, ¿vendremos arrastrando tantas cosas de nuestro pasado, que no nos permite crear cambios importantes y profundos como mexicanos?


Muchas veces nos hemos preguntado, ¿por qué siendo un país con tanta riqueza no hemos tenido el crecimiento económico que deberíamos tener, y que nuestra calidad de vida, en general, para nosotros fuera mejor? Suposiciones hay muchas, las que se escuchan más frecuentemente se refieren a la corrupción, al mal gobierno, la devaluación hacia nosotros mismos, a la falta de educación. En fin, una y mil ideas alrededor del tema que por lo general nos ofenden o molestan, y miren que algunas de éstas son probablemente ciertas.

¿Y si esto tuviera mayor profundidad psicológica?, tal vez podríamos darnos cuenta que, así como venimos de la unión de dos culturas, con ello hemos heredado todo el impacto que hubo al unirse. Y este enlace fue de guerra y sometimiento, de dolor, frustración, de separación. Al indígena que fue derrotado y disminuido se le consideró menos valioso que al poderoso, el que vino de España fue el que triunfó, el que sometió y dominó.

Con este inicio de nuestra identidad, como mexicanos no me extraña que estemos tan divididos. Diferentes autores hablan de la baja autoestima que tenemos. El indígena y moreno resentido por lo que perdió, y el blanco con ciertas características europeas, molesto por tener que convivir con aquellos que cree le son desiguales y al tener una criatura morena se avergüenza. Nos vemos enfrascados en nuestro dolor de no ser ni indígenas ni europeos, y al mismo tiempo ser ellos.

Somos mestizos pues nuestra sangre se unió, la española y la indígena, dos fuerzas mayúsculas. Las dos con una visión del mundo y de la vida diferente, ambas con un gran poder: intelectual, social, espiritual, y más. Nosotros los mexicanos, somos fruto, no solo de la muerte y la destrucción, sino de la unión, el sincretismo de estas dos culturas esplendorosas y de la cual, somos nosotros los herederos.

Hemos dejado que las diferencias ganen, que el odio entre unos y otros persista cuando estamos llenos de tesoros psicológicos, y, desde mi punto de vista, debemos tener la claridad de que podemos empezar a escoger: sentirnos profundamente valiosos o seguir dividiéndonos y menospreciándonos entre nosotros mismos.

Este 16 de septiembre, tendríamos que gritar a una sola voz. ¡VIVA MÉXICO!

Que tengan una excelente vida.

Revista Digital

"Hablemos de

lo Bueno"

bottom of page