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Ser Resiliente


Por MBA Kathia Bustillos Iturralde



Probablemente hayas escuchado mucho últimamente sobre la importancia de la resiliencia, especialmente durante los desafíos personales, sociales y laborales de la pandemia. Si bien la resiliencia es esencial durante una crisis, también es vital para hacer frente a los factores estresantes cotidianos.

La mayoría de la gente ha escuchado la palabra resiliencia, pero a menudo se malinterpreta. La resiliencia es la capacidad de recuperarse de pensamientos o experiencias desafiantes, pero no se trata de pensar en positivo o evitar el estrés. Ser resiliente significa permanecer presente durante los momentos difíciles y manejar cualquier emoción que surja. No es evitar los sentimientos, es apoyarse en ellos y enfrentar las situaciones con habilidad.

La resiliencia también es un componente de la salud mental. Las personas que son menos resilientes tienen más dificultades para recuperarse de los desafíos, la preocupación o la ansiedad. La falta de resiliencia también puede tener efectos físicos como insomnio, problemas estomacales, dolores de cabeza y tensión muscular.

Todos nacemos con algo de resiliencia, pero el nivel de cada persona es diferente debido a factores como la genética y los antecedentes económicos o sociales. Sin embargo, las personas pueden fortalecerla a través de herramientas y estrategias de afrontamiento a las que pueden recurrir en tiempos difíciles.





El primer paso para desarrollar la resiliencia es aprender cómo se ven tus diferentes emociones, buenas y malas, a lo largo del día. Pregúntate ¿cómo me siento en este momento? Luego, hacer un seguimiento con ¿qué necesito? Si tienes dificultades para describir tus sentimientos, no estás solo.

La resiliencia no significa enfrentar los desafíos solo, está bien pedir ayuda a otros cuando estás luchando. Es más fácil pedir ayuda cuando has cultivado relaciones con familiares, amigos, o compañeros de trabajo que pueden ser tu sistema de apoyo. Pero ten cuidado con las personas que quieren arreglar la situación sin apoyar emocionalmente.

Cuando escribes tus fortalezas, puedes descubrir rasgos que has pasado por alto. Esta lista puede ser útil cuando te sientes deprimido, lidiando con un desafío o enfocado en lo negativo. Esta lista puede incluir cosas como: tengo un gran sentido del humor; soy confiable; tomo riesgos.

A veces, el estrés hace olvidar todos los recursos externos que pueden ayudarte. Escríbelos para que puedas hacer referencia a ellos. Tus recursos pueden incluir: meditación, salir a caminar, escribir un diario, afirmaciones, lectura, escuchar música, etc.

Cuando nuestras mentes están en el pasado, tendemos a deprimirnos y arrepentirnos. Y cuando pensamos en el futuro, tendemos a tener más ansiedad y miedo. Practicar la atención plena puede ayudarnos a permanecer en el presente. Si bien la atención plena incluye la meditación, también puede ser tan simple como escuchar el sonido del agua.

Evita las comparaciones con los demás, especialmente cuando se trata de las redes sociales. Si te sientes estresado, ansioso o deprimido, limita o evita las redes sociales. También sé selectivo sobre a quién sigues. Elije personas que reflejen tus valores y tus fortalezas. Y recuerda, lo que la gente publica en las redes sociales no siempre es una imagen precisa de la realidad.

Hacer cosas por los demás nos ayuda a ver que no somos los únicos que experimentamos dificultades, por lo que podemos pasar esos momentos con más autocompasión. Además, ayudar a los demás puede reducir el estrés y aumentar la felicidad. Solo trata de mostrarle a alguien que te importa.

La resiliencia requiere práctica y es indispensable para tener una buena salud emocional y mental. Es algo en lo que tenemos que trabajar de manera consistente, y parte de ese trabajo es recordar lo fuerte que ya eres.

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