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Conoces la verdadera historia de “El caballo Blanco” de José Alfredo Jiménez?

“Iba con la mira de llegar al norte, habiendo salido de Guadalajara”, reza uno de los versos de El caballo Blanco, famosa pieza del cantautor José Alfredo Jiménez.



Pero, antes compartimos contigo que fue develada una escultura de José Alfredo Jiménez en La rumorosa el viernes 17 de enero del 2020, la escultura "Caballo Blanco" en el kilómetro 54 de la carretera de cuota Tijuana-Mexicali a la altura de La rumorosa en el municipio de Tecate.

La obra de los escultores Víctor Rodríguez y Francisco Méndez fue realizada en honor al éxito de la canción que llevó por nombre "El Corrido del caballo blanco".

El impulsor de este tributo a la música popular mexicana fue el político Carlos Torres y como invitados especiales a la develación estuvieron José Alfredo Jiménez Gálvez, hijo de José Alfredo Jiménez ( quien falleció en septiembre del 2021) , y las ex alcaldesa Zulema Adams y Marina del Pilar, actual gobernadora de Baja California.


La escultura de entre tres y cuatro metros de altura es toda de color blanco y está hecha con diversos materiales, desde papel hasta metales y fibra de vidrio para resistir las inclemencias del tiempo en la zona de la montaña rocosa de Baja California.




Así, el guanajuatense hizo una analogía de un equino que en realidad tenía motor y cuatro ruedas. José Alfredo usó un auto modelo 1957, que nunca se han puesto de acuerdo si era un Chrysler o un Ford, en un viaje que salía de la capital jalisciense rumbo a Ensenada, Baja California, recorriendo los caminos del Pacífico noroeste con el fin de cubrir una gira en compañía de un grupo de músicos en las épocas en las que Jiménez apenas comenzaba a hacerse notar en el ámbito musical.

Respecto al modelo, otros quienes aseguran que en realidad se trataba de un Ford Mustang y, de ahí, viene el apodo de “el caballo”, haciendo referencia a la insignia del deportivo de la marca de óvalo.



Cuenta la historia que el modelo estadunidense ya había visto pasar sus mejores años, pues desde hacía tiempo el nacido en Dolores Hidalgo, Guanajuato, había tenido que recurrir a un sinfín de composturas por lo que la idea de llegar hasta Baja California resultaba descabellada. Él, era su noble jinete.

Aun así, José Alfredo salió un domingo y tal y como reza la canción, a paso lento, llegó a Escuinapa, Sinaloa, puesto que el Mustang ya comenzaba a dar muestras de rezago.

La frase “cuentan que en Los Mochis ya se iba cayendo; que llevaba todo el hocico sangrando” hace referencia al sobre calentamiento del radiador que hizo que el agua brotara a chorros.

Famoso por comenzar sus canciones con frases inolvidables y certeras, José Alfredo Jiménez narró en El Caballo Blanco una a una todas las peripecias que su Ford le hizo pasar a él y a su grupo de músicos y cuando escuchamos que el corcel “cojeaba de la pata izquierda”, hace alusión a un desperfecto en la llanta izquierda que estuvo a punto de dejarlos varados en el Valle del Yaqui, ya habiéndose adentrado en el estado de Sonora.

Ya en los terrenos de Baja California, concretamente en Mexicali, el muscle car parecía que no daba para más y de ahí se extrae la frase “…Y por Mexicali sintió que moría”. Aun así el vehículo tuvo los arrestos para cruzar la intrincada Rumorosa para llegar a Tijuana, uno de los puntos culminantes de la travesía, para de ahí, ya encarrerados, no bajar los brazos hasta Ensenada, su destino final.

Así fue como José Alfredo, ese que no sabía cómo pagar que lo quisieran él y a todas sus canciones y si sus muchas canciones tocaron fibras sensibles de los mexicanos, El Caballo Blanco es una viva muestra del talento que él tenía para componer y para hacer de una simple travesía en auto, una canción inolvidable y legendaria.

Este es el corrido del caballo

blanco,

que en un día domingo feliz

arrancara,

iba con la mira de llegar al

norte,

habiendo salido de

Guadalajara.

Su noble jinete,

le quitó la rienda,

le quitó la silla y se fue a puro

pelo,

cruzó como rayo,

tierras nayaritas,

entre cerros verdes,

y lo azul del cielo,

A paso más lento,

llego hasta Escuinapa,

y por Culiacán,

ya se andaba quedando,

cuentan que en Los Mochis,

ya se iba cayendo,

que llevaba todo el hocico

sangrando

Pero lo miraron pasar por

Sonora,

y el Valle del Yaqui le dio su

ternura,

dicen que cojeaba,

de la pata izquierda,

y a pesar de todo,

siguió su aventura,

Llego hasta Hermosillo,

siguió pa’ Caborca

y por Mexicali sintió que

moría,

subió paso a paso, por la

Rumorosa,

llegando a Tijuana, con la luz

del día,

Cumplida su hazaña,

se fue a Rosarito,

y no quiso echarse hasta ver

Ensenada,

y este fue el corrido del Caballo

Blanco,

que salió un domingo de

Guadalajara.

José Alfredo Jiménez



Revista Digital

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