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¿Cómo dejo de sobrepensar?


Autoconocimiento

Por Cristina Arias



Cuando tienes un asunto que te preocupa, normalmente no solo ocupa tu mente … ocupa tu tiempo, tus emociones y tu energía. Comienzan a surgir más ideas de las que ya rondaban por tu mente, incluso por momentos contradiciéndose entre ellas. Entonces, dejas de vivir el presente para darle vida en tu mente a tus “pensaciones” (como diría mi sobrinita Raquel, quien, dicho sea de paso, a sus 8 años es autora del libro “las emociones”)

Y yo les llamo “pensaciones“ porque son pensamientos que generan sensaciones, sensaciones que se sienten en el cuerpo y generan emociones. Y, como es sabido ya, actuamos en base a lo que sentimos e interpretamos.

“El problema” no es siempre la situación, el problema es lo que interpretas tú de la situación, es decir, lo que está en tu mente, lo que piensas y sientes acerca de la situación. El pensar que no mereces, que no vas a poder, que no es viable para ti, que te quieren dañar intencionadamente o el enfocarte en todos los impedimentos, te lleva a sobrepensar y enredarte en el mismo remolino de pensamiento, sensación y sentimiento de desánimo, negatividad e impotencia y así vives el momento.

Y, a partir de ese estado, actúas y decides.

En cambio, enfocarte en encontrar soluciones y permitir un espacio de silencio, te da acceso a tener la mente clara para encontrar la respuesta. Hazte preguntas enfocadas a buscar soluciones para que tu cerebro se encargue de encontrarlas. Estar abierto y tener la disposición de soltar el sobrepensar, te conduce al espacio donde se da la claridad de pensamiento y entonces acceder a las respuestas para, a partir de ello, pasar a tomar acción. Investiga, documéntate y confía en ti.


Hay otro “sobrepensar” que a menudo veo en consulta… es el “sobrepensar” el pasado, y este puede ser positivo o negativo. Cuando esto suceda, puedes preguntarte: ¿Qué aprendí de esta situación? ¿Qué puedo hacer hoy para cambiar positivamente eso que ya pasó? Si no puedes hacer nada, suéltalo; si puedes hacer algo al respecto, toma acción.


Enfócate en los hechos sin interpretaciones para que salgas del ciclo de “sobrepensar”.

Aprender a “hacer las paces” con tu pasado, reconciliarte con tus errores cometidos e integrarlos a tu vida como parte de tu historia, es muy útil para dejar de “sobrepensar” el pasado y poder disfrutar el presente con la mirada positiva hacia el futuro.


Sobrepensar produce ansiedad; no hay cantidad suficiente de ansiedad que modifique el futuro o que cambie el pasado. Enfócate en lo que puedes hacer hoy, aceptando tu realidad.

Para modificar la realidad, primero hay que verla y aceptarla. Es difícil modificar lo que no se ve. Por otra parte, sufrimos cuando nos resistimos a lo que es.



La paz se encuentra en aceptar lo que es.

Aceptar no es lo mismo que conformarse ni resignarse, aceptar es admitir que lo que está pasando forma parte de tu realidad. Observa tu situación actual, no te resistas y ve lo que puedes hacer.


Para mí integrar el pasado, soltar la ansiedad sobre el futuro y abrazar con firmeza el presente, es la fórmula para vivir aquí y ahora, y dejar de vivir en el allá y el entonces.

El sobrepensar no soluciona el problema, lo que genera el cambio es el “hacer”.

Creo firmemente que el antídoto por excelencia para dejar de sobrepensar, es sentir. Cuando te sorprendas sobrepensando y abrumado por no poder detener a “la loca de la casa” (la mente), enfócate a sentir utilizando cualquiera de tus 5 sentidos; lleva tu atención a lo que ves, a los aromas que percibes, a los sonidos que escuchas, a algo que puedas saborear, o en alguna textura que puedas tocar.

Otro antídoto que funciona muy bien es el contacto con la naturaleza; somos naturaleza y a veces nos olvidamos de ello. Conectar con la naturaleza nos equilibra y nos ayuda a volver a nuestro centro; puedes acariciar a tu mascota, admirar paisajes o acercarte a las plantas. Hacer ejercicio, en especial practicar algún deporte, te obliga a dirigir la mente al presente.

¡Siente por favor… siente!

Respira…recuerda que todo es un entrenamiento mental. Tú eres el piloto de tu mente y de tu cuerpo. Tú decides si te enfocas en pensar o en sentir, solo te toma un segundo hacerlo. Toma el mando, tú puedes dirigir tus pensamientos, nadie más lo puede hacer por ti.

Conócete, acéptate, ¡ámate!

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