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El Amor temprano y la educación para amar

Malecón aventurero

Por: Javier Prieto Aceves




¿Has tenido la impresión de que te faltó amor en alguna etapa temprana de tu vida? Porque experimentar una carencia así puede condicionar nuestra vida presente y futura.

Sentir una grave carencia de afecto temprano puede influir para mal en muchas personas. Puede dificultarles el aprendizaje del amor.


Si sentimos que hemos carecido del amor en la niñez eso puede dificultarnos la toma de decisiones en la vida. Puede llevar a muchos a indagar si se dio o no la probabilidad de haber sido hijos deseados; si fueron o no concebidos de manera amorosa por sus progenitores.


Indagar las maneras de superar estas frustraciones derivadas de la carencia del amor puede ser, incluso, más apremiante para muchos que las preguntas filosóficas acerca del primer origen de todo lo que existe. ¿Estás seguro de poder incluir entre tus recuerdos haber sido amado profundamente en tu más temprana edad? Si la respuesta es afirmativa, resulta en ese caso más fácil poder respaldar el amor que hoy se ha decidido proyectar en la vida diaria. Al revés de lo que decía Descartes, no es verdad “el pienso, luego existo” sino que, en realidad existo porque he sido amado por alguien cuando empezó mi vida. Y lo cierto que los humanos hemos sido creados con la vocación de amar. Por eso las escuelas de psiquiatría y los ejercicios espirituales, que merecen ese nombre, suelen tomar como base las experiencias que cada persona tiene del amor temprano. Este dato puede ser también una clave para entender nuestro primer enamoramiento.


No sólo los poetas se refieren a la insuficiencia o a la riqueza del amor sentido en el pasado. Todos tenemos una narrativa que nos hace recordar lo positivo y lo negativo de nuestro sentir, tanto las grietas y los huecos que recordamos, como las experiencias más gratas del amor y del respeto de los nuestros.


No faltan, incluso, quienes dicen poder recordar algo de su vida fetal, pero son particularmente importantes las cargas negativas debidas a la falta de amor que sentimos que nos faltó en la niñez y de la adolescencia. Esa es una carga difícil de sobrellevar.

Es muy posible que al pensar en aquello que consideramos la Primera Causa del universo y de la vida, a partir de la gran explosión, la atribuyamos a alguien que es capaz de amar y de ser amado. O, por el contrario, es posible que si sentimos la carencia de un amor temprano sólo podamos ver al Primer Autor de todo lo que existe como una fuerza indiferente y ajena a nosotros y a nuestra vida. O de plano, le neguemos su existencia. En este aspecto, es muy conocida la atracción que ejerce Jesús de Nazaret para ser amado incondicionalmente, como muchos sentimos que Él nos amó.

A los que sienten que les faltó el verdadero amor en su niñez o que éste se vio frustrado desde muy temprana edad les es, sin duda, más difícil percibir la infinita dignidad de la persona humana. Esa valoración de sí y de los otros es posible que se torne más difícil cuando alguien siente que careció del amor en su temprana infancia.


El éxito o fracaso de nuestra propia educación que permite madurar a las personas tiene, por lo general como su base ese amor que cae en tierra fértil en la niñez. Es bien sabido que, a diferencia de los animales, los humanos no nos “reproducimos” de manera instintiva, sino que más bien, al ser capaces de entender y de decidir responsablemente, tendemos a “procrear” a los hijos de manera libre, consciente y amorosa. De ahí que concibamos el matrimonio como una institución para “toda la vida”. Hoy se reconoce claramente como un derecho de los niños el poder contar con una figura paterna y una materna.

Corresponde a los especialistas en esta materia escribir elocuentes tratados acerca de cómo suelen darse las psicologías predominantes para afrontar la vida entre aquellos que han sufrido una perdida temprana y quizá muy dolorosa. Y de cómo podrían lograr la superación de tal carga.


A muchas personas que sienten haber sufrido agresiones en la infancia les es más difícil poder superar muchos de los problemas de esta vida. Por eso, resulta deleznable la pederastia y, no se diga, la violación infantil y la secuencia de los graves trastornos que deja.

Otra pregunta relacionada con este tema es si ¿será verdad que aquellos que fueron huérfanos tempranos tienden a ser más fieles en sus relaciones matrimoniales que aquellos otros cuyo pasado infantil fue amorosamente colmado?

¿O son, por el contrario, muchos más los factores que interactúan en el libre albedrío humano? *

*Tomado del capítulo 14 del Libro “los Trayectos del Misterio” que el autor está terminando de escribir

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