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 “El desafío de guardar silencio.”


Por Larisa Osuna Lever




Vivimos en una cultura en la que se nos enseña que el que habla más y mejor, se puede imponer ante los demás, el que tiene la última palabra es percibido más poderoso y, el que tiene habilidades para comunicar ideas y convencer, es escuchado y seguido como líder. Les llamamos influencers, speakers, coaches, conferencistas etc. etc.

En la cultura de la inmediatez, no se necesita tener gran preparación en el tema del que se habla porque la audiencia es cada vez menos exigente, pero sí se necesita saber comunicar en pocos segundos con alguna frase impactante para recibir la atención del público en un ambiente digital. 

 

Quienes nos dedicamos a la docencia, comentamos con preocupación que cada vez es más difícil impartir conocimiento. Cada vez nos cuesta más captar la atención de nuestros alumnos por periodos mayores a 5 o 10 minutos. Supongo que se debe a que el cerebro ha empezado a adaptar su tiempo de atención según la actividad más frecuente que las personas actualmente realizan y, esta pudiera ser el consumo de redes sociales.

Además, aún es difícil saber el nivel de retención de los estudiantes, toda vez que en el siguiente momento ya están siendo bombardeados con nuevos estímulos.Hablamos mucho, pero comunicamos poco y, peor aún, hablamos mucho, pero escuchamos poco.

 



Todos tenemos algo que decir. Todos queremos ser expertos en algo en algún tema. El gran desafío pudiera ser entonces callar y escuchar, o poner atención a lo que otros quieren decirnos. Para eso necesitamos guardar silencio y tratar de comprender. ¿Será que nos gusta medir la reacción que causamos en los otros cuando nos escuchan? ¿Será que nos gusta argumentar y ganar el argumento? ¿Será que es gratificante el sonido de nuestra propia voz?

Hay muchos cursos y talleres para aprender a hablar en público; hay otros para aprender a hablar y convencer, hablar para impactar, hablar para vender, de oratoria, argumentación etc., pero no encuentro muchos cursos o talleres para aprender el arte de escuchar o guardar silencio. Quizás el taller debería llamarse “manejo del ego” o, quizás, tan sólo quizás si pudiéramos tener dominio propio y contener el impulso de hablar, pudiéramos aprender más y mejor de tantas personas con quienes interactuamos día a día.

 

Quizás podríamos identificar nuevos sonidos o practicar la contemplación del entorno.Los saberes conllevan la responsabilidad de servir a un propósito más allá de nosotros mismos y nuestro ego insaciable.

 

¿Será por eso que tenemos dos oídos y solo una boca? Quizás sí.

Revista Digital

"Hablemos de

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