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EMPRESAS FAMILIARES:

¿Cómo reemplazamos a los que se van?

Por: José A. Ciccone


Ejemplos sobran en la región y en todo el país, desde pequeños comercios hasta gigantescas compañías con presencia mundial. Cubren todos los rubros, desde empresas lácteas y gaseras, pasando por afamadas marcas de vinos y farmacias que hoy expandieron sus ventas y servicios hasta lo inimaginable. Supermercados locales de posicionamiento comprobado, sin olvidarnos del mundo mediático que requirió de sangre nueva para reemplazar, por distintos motivos, a los creadores de algunos medios masivos importantes de México.

Las herencias de los negocios familiares parecen ser en estos primeros veinte años del siglo, el sello indiscutido del avance comercial de México y particularmente de nuestra dinámica frontera. En manos jóvenes se rige el destino de estas empresas, en mentes renovadas y actualizadas, que, combinadas con la experiencia e intuición de los mayores, deben enfrentar otros retos distintos a los de sus antecesores.

En el campo de las competencias, por ejemplo, los casos de éxitos comerciales actuales, llámese Amazon como ejemplo, poco y nada tienen que ver con el desafío que implicaba cumplir el papel de pioneros comerciales en épocas pasadas.

Aunque la creencia generalizada es que las empresas trascienden a las personas, la realidad demuestra muy a menudo lo contrario. Según los expertos, el nivel promedio de longevidad de las organizaciones apenas supera los treinta años. A honrosa excepción local que, como Calimax, ya superó los 75.

Y como en todo el mundo, México no es la excepción. Casi el 70% de las compañías son de origen familiar y entonces resulta clave la planificación cuidadosa para la delegación del mando cuando los fundadores ya no quieren, no pueden o ya no están, y seguir manejando la empresa que con tanto ahínco cuidaron e hicieron crecer. Esa empresa que representa desde un punto de vista social, moral y comercial, la mejor herencia para la vida de sus hijos y nietos que es la de un buen nombre.


Tomemos como ejemplo hipotético, un nombre imaginado y digamos que Luis Alberto Melián tiene 45 años y su empresa es un éxito. Diez años atrás hizo realidad el viejo sueño de abrir su propia firma. El dinero para iniciar la misma, se lo prestaron un par de amigos, un compadre, dos parientes optimistas y un banquero. Después siguió una época de duro trabajo: días largos, noches de insomnio e incluso, fines de semana planeando lo que sería la realidad de su emprendimiento.

Actualmente, la empresa de Luis Alberto factura más de 20 millones de dólares al año, está en la avanzada de la tecnología industrial y es una empresa sólida. El señor Melián es dueño del 74% de la compañía y está ganando más dinero que lo que nunca hubiese imaginado. Es optimista respecto de las perspectivas a largo plazo y está pensando en diversificarse, pero, sobre todo, lo entusiasma la idea de que algún día sus hijos se hagan cargo de la empresa, como dueños y administradores, la mantengan viva y la traspasen a las sucesivas generaciones.

El deseo de este empresario no es raro ni descabellado, fue de los que tuvieron el valor de lanzarse a lo desconocido y trabajaron hasta el agotamiento para construir una empresa.


Hay muchas razones para que un hombre o una mujer asuman los riesgos y hagan los sacrificios necesarios para triunfar en los negocios, pero una de las más importantes es el deseo de mantener bien a su familia, de darles una vida próspera. Anhelan tener la satisfacción de generar, con su inteligencia y propias manos, los medios económicos para tener acceso a mejores cosas, a una verdadera calidad de vida. Una vez que lo logran, sueñan con coronar su obra dándole a la familia inmediata, el mejor regalo posible: un comienzo ya encaminado y un futuro más seguro en manos de sus hijos y nietos.

Sin embargo, el traspaso del management de una firma no es algo simple, menos aún en una empresa de corte familiar, donde los afectos se mezclan fácilmente con la parte estrictamente profesional. Es por ello que las sucesiones de este tipo de compañías comerciales, debe ser planificada con tiempo y con un padre conductor o miembro familiar mayor, aún presente, en el manejo de la misma.

Cuando el fundador decide que la empresa es sólida, gratificante y lo suficientemente lucrativa, entonces habrá llegado la hora de iniciar el cambio empresarial; lo que antes educadamente se denominaba trasvasamiento generacional.


FAMILIA VS. EMPRESA


La empresa familiar es una organización comercial muy singular, lo sé de primera mano, que integra dos sistemas diferentes, el empresarial y el familiar. En términos generales, el empresarial se organiza para alcanzar objetivos específicos, está orientado hacia el trabajo eficiente y se caracteriza por la competitividad. El sistema familiar, en cambio, está en gran medida motivado y cohesionado por responsabilidades y lealtades tradicionales, y se caracteriza por la unidad. Es básicamente emocional con sus miembros vinculados por profundos lazos afectivos que pueden ser de polos positivos y negativos, por los disímiles puntos de vista de cada uno de sus integrantes.

En las empresas colectivas, estos dos sistemas básicamente incompatibles actúan en forma independiente, en cambio, en casi todas las firmas familiares -siempre hay excepciones en una regla-, no sólo se superponen, sino que son realmente interdependientes. Sus objetivos y prioridades diferentes, producen las tensiones y características que existen en compañías familiares.


Con todo y lo señalado, en Baja California tenemos muchos ejemplos de crecimiento y desarrollo de empresas exitosamente familiares, que son un ejemplo a seguir por las generaciones venideras. Los ejemplos se multiplican, y hoy, en nuestro Estado, son muchos los jóvenes empresarios que heredaron la responsabilidad de mantener y destacar un buen nombre comercial, además de posicionarlo con eficiencia en este avanzado siglo 21.


OPCIONES PARA UNA BUENA SUCESIÓN

1.- Designar a un miembro responsable de la familia -puede ser hasta yerno o nuera-.

2.- Nombrar a un presidente interino.

3.- Contratar a un manager profesional con buena trayectoria comprobada y experiencia en la plaza, esto resulta fundamental.

4.-Verter los conocimientos comerciales pioneros y ejemplificar a los nuevos mandos empresarios familiares, el sentido de sacrificio, amor a la compañía y responsabilidad total.

5.- Transmitir el espíritu de servicio hacia dentro y hacia fuera de la empresa. Algo que con los años y en aras de una dinámica mal entendida, se está perdiendo peligrosamente.


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