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¿Eres comprador@ compulsiv@? ¿Y QUÉ TIENE?

Por: Alicia Huerta

“Pero ¿qué te importa? le falta una patrulla, nada más puede usar un zapato Ferragamo a la vez, le falta un ojo, pobrecito, está feo, tiene dientes de conejo, por qué te duele tanto terminar con él, ni es tan rico”. Esas fueron mis palabras de consuelo hacia una amiga que me llamó llorosa para contarme que había terminado con el gran amor de su vida en turno, no sabía si abrazarla, apapacharla y decirle que todo pasaría, que ya llegaría alguien más a su vida y bla bla bla bla, en fin, lo que aconsejamos las amigas solidarias y metiches en esos momentos. Pero resulta, que después de dejar a mi triste amiga en el teléfono a punto del suicidio, me llama por la tarde de ese mismo día y me dice “Ya me siento mejor, me fui de compras al otro lado y me gasté $500 dólares en la Buffums y ya me siento diferente y muuucho mejor.” El dolor por la pérdida del gran amor había pasado.


Ese sólo es un ejemplo de lo que las compras producen en ti en ti como mujer o en ti como hombre. Los compradores compulsivos se manifiestan por diferentes motivos dependiendo las circunstancias de tu vida; uno puede ser el amor propio, otra puede ser el amor al dinero y los lujos, la vanidad, puedes ser acumuladora, otra el amor a tener mucho de todo, otra puede ser un sustituto de amor y, ¿por qué no? a la falta de sexo. Hay mil, formas y mil maneras de exteriorizar los sentimientos a través de las compras.


Estas son las características principales de una compra compulsiva:

Los objetos que se adquieren no se necesitan o se compran en una cantidad excesiva.

La compra excede sus posibilidades económicas, lo cual lleva a la persona a tener un endeudamiento excesivo y a fracasar en su intento de controlar su exceso de gastos.

Conllevan a un deterioro social, porque la persona se agota por tanto comprar.

E igualmente tiene consecuencias negativas a nivel social con la familia o la pareja


Una amiga compra cuanto gadget nuevo sale para la cocina y acumula cajones llenos de cositas de plástico y de metal, ¡que a veces no se acuerda para qué sirven… síiiii! el aparatito para separar la yema de la clara, otro para pelar el aguacate y cortarlo en pedacitos, la telita para colar el arroz de coliflor y quitarle lo húmedo, la cuchara para escurrir la carne del caldo que separa la grasa al mismo tiempo; para muchas, ¡la octava maravilla del mundo!

¿Cómo pude haber vivido sin esto? no sé cómo he podido cocinar sin esto! y así sucesivamente.

Está también la que se compra zapatos de todos colores acompañado de las bolsas de todos colores, no vaya a ser que después ya no los encuentre en el mismo estilo; o como sucedió al inicio de la pandemia, paquetes y paquetes de papel sanitario como si se fueran a pasar todo el tiempo del encierro en las mismas circunstancias.


La pandemia cambió la forma de comprar.

Aprendimos a comprar por internet una y otra vez, necesitáramos ese artículo o no.


Platicando con una amiga recientemente, me confesó que el placer más grande que tiene es abrir una caja que le llega por correo sea lo que sea, es una gran emoción para ella destapar una caja con algo que adquiriste. La posesión de cosas.


¿Quieres saber si cuentas con las características de un comprador compulsivo? Toma nota y ponle palomita a lo que diga que sí.

Consultamos con una experta, ¡pon atención!

La Dra. Mendívil, indica que las personas que pueden desarrollar este patrón tienden a presentar tolerancia, lo que quiere decir que irán en escalada y necesitarán comprar más para sentir la gratificación que tuvieron al inicio.

Otra característica es que son sujetos impulsivos y compulsivos, o sea que realizan la compra sin pensar en las consecuencias y llegan a presentar síndrome de abstinencia cuando no pueden comprar.

En otras palabras, estas personas y los adictos a las drogas experimentan rasgos similares.

“Desde la psicobiología podemos decir que hay alteraciones en el cerebro, en los sistemas de neurotransmisión y en los sistemas neuroquímicos, como la serotonina, la dopamina y los opioides.


Estos sistemas neuroquímicos comunican a las neuronas en los circuitos cerebrales, que son como carreteras que se encargan de funciones. Anomalías estructurales, funcionales o neuroquímicas (que pueden ser heredadas o no), son capaces de generar este tipo de comportamientos excesivos”, explica la especialista.

A menudo, esto también está asociado a una falta de control emocional, a individuos que tienen percepciones mentales distorsionadas de sí mismos y de su medio ambiente, y a personas que tienen malos ajustes psicológicos y sociales.

De igual modo, presentan deformaciones de su propia imagen e identidad, ansiedad o depresión. Aunque no todos los depresivos y ansiosos van a comprar compulsivamente, la mayoría de los que son compradores compulsivos van a cursar con estas alteraciones.


Como decimos algunas, para darle en la torre a mi marido le voy a pegar a la tarjeta de crédito, como en venganza, pero ¿qué estamos haciendo ahí? pues utilizar el gasto excesivo y eso también se vuelve compulsivo.

Cuántas mujeres se encuentran sentimentalmente solas en estos momentos y suplen esa falta de amor atacando las mejores tiendas, o las medianas o las más baratas, adquiriendo una y mil cosas que, si lo piensas bien, en el momento de echarlas al carrito te das cuenta que no necesitas otra cafetera que prende foquito azul en vez de verde “ah! pero esa no la tengo”.

O comprar compulsivamente artículos de decoración para la casa y guardarlos en un enorme “cuarto del botín”, y no usarlo nunca.


Aquí algunos ejemplos dramáticos:

Devolver un artículo recién comprado es más fácil que nunca gracias a internet. De hecho, los comerciantes tienen la obligación de garantizar ese derecho, pero ¿qué ocurre con los clientes que cambian por norma casi todo lo que compran?

El llamado "comprador guardarropa", compra y devuelve cosas de manera compulsiva. Es un perfil de cliente que ha aumentado en los últimos años y que plantea una serie de problemas para algunos comercios con dificultades.

Lupita Preciado cumple con ese perfil.

La joven de 28 años trabaja en Tijuana como consultora de recursos humanos, y reconoce que solo se queda con la mitad de las cosas que compra en línea.

Suele gastar en torno a US$500 cada mes, pero devuelve artículos en los que se gastó unos US$250.

La mayoría de las veces lo hace porque la ropa no le queda como esperaba, o porque el color o tela no tienen nada que ver a los de la fotografía que le convenció a comprar el producto en internet.

"Ves modelos llevando cosas que se ven fantásticas", explica, pero sostiene que no lucen igual cuando se las prueba.

A pesar de trabajar en una zona céntrica y comercial de mi querida amiga Linda, dice que le resulta mucho más sencillo comprar online y así evitar las colas y el estrés de las tiendas físicas.

Es algo parecido a lo que le ocurre a Leonorcita, una mujer de 41 años que compró siete vestidos para una boda en el sitio web Asos, una de las tiendas de moda en línea más populares en el mundo.

Ana María mi amiga, dice que devuelve casi todo lo que compra. Ella sabía que solo terminaría quedándose con uno, pero quería asegurarse de que era el adecuado.

No fue un caso puntual. Cuando necesita unos jeans nuevos, pide cinco pares para después elegir uno.

En total, calcula que gasta entre US$480 y US$510 al mes en ropa, pero devuelve tanta que al final lo que gasta no suele ser más de US$90 o US$100. ¿Te sientes identificada con ella?

"Me gasto cientos de dólares en varios artículos de diferentes tiendas a lo largo de un mes, pero probablemente devuelvo el 80%", dice Anita.

Esther, comenta que su hábito de compra tiene que ver con su baja estatura. Mide 1.5 metros de estatura y le resulta difícil saber si algo le quedará bien, por eso muchas veces pide tres tallas del mismo artículo.


En el caso de las tiendas de ropa y calzado, los consumidores devuelven casi la mitad de lo que compran, según el informe.

Las redes sociales están ayudando a impulsar la tendencia: en torno al 10% de los compradores, confiesan tomarse un selfie para Instagram o Facebook posando con lo comprado.



Hay investigaciones que muestran que nuestras pulsaciones se aceleran cuando compramos. Esa emoción dura hasta que llevamos el artículo a casa y lo mostramos, pero después desaparece rápidamente y lamentamos habernos gastado el dinero o el hecho de no habernos puesto mucho esa prenda de ropa. Así que lo devolvemos, explica.

"Lo que ocurre después, es la parte menos emocionante de todo el proceso", dice Anita; el hecho de ser bajita hace que comprar ropa en internet le resulte más difícil.


El aumento de las compras en línea promueve este hábito porque "no hay culpa ni vergüenza" o la necesidad de dar demasiadas explicaciones, sostiene el especialista.

Además, los grandes descuentos como Black Friday o Cyber Monday, fomentan las denominadas "compras por pánico" que suelen estar más vinculadas al remordimiento posterior por parte del comprador.

Hay datos que muestran que cuanto más pedidos hacen los compradores a lo largo del tiempo, menos devoluciones hacen por pedido.

Proporcionar mejores imágenes de la ropa en internet y tallas más precisas, es una de las maneras en que las tiendas pueden reducir el número de devoluciones, dicen los expertos.

Algunas compañías como Uniqlo y Asos, ya cuentan con sugerencias en base a compras previas y a información de peso y estatura del cliente.

Otra opción es dirigir el marketing personalizado. Por ejemplo, si un cliente tiende a quedarse pantalones, pero siempre devuelve zapatos, le llegarían anuncios solo de lo primero.

Yo creo que las tiendas deberían actuar con urgencia a medida que aumenta la tendencia. O la que les echa la culpa a las tiendas: Ana María no tiene la intención de cambiar su comportamiento: "No me dan pena los comerciantes. Son parte del problema porque ofrecen devoluciones gratuitas o muy baratas. Deberían ajustar mejor las tallas", explica.

Y cuántas historias de tijuanenses conocemos que han sido vetadas en las tiendas de Fashion Valley por usar los vestidos y devolverlos con singular frecuencia.

¿Te sentiste identificada con algunos de los casos? yo sí, con todas, sé honesta y confiesa: ¡ERES UNA COMPRADORA COMPULSIVA…Y QUÉ TIENE? buen provecho!

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