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FORMA DE AUXILIAR

La Ciudades y su Gente

LUZ ELENA PICOS


 


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En los últimos 10 años las ciudades de Baja California y en especial Tijuana se han poblado de personas que han tomado las calles como sus hogares. Aunque para ser justos, los que vivimos en frontera, observamos que también en California, cada vez aumentan estas personas que de pronto se quedaron sin sus hogares. Aun así, la problemática de uno y otro lado de la barda que nos separa, tienen distintos orígenes.

 

Hablemos de lo que nos atañe, nos duele y que quisiéramos ayudar a poner remedio. Porque Tijuana es una buena referencia sobre las soluciones que antaño han ayudado a que los problemas no se hagan más graves.  Porque grave, de verdad grave, es la situación que se vive en el llamado Centro Histórico. Nos hemos acostumbrado a ver a cualquier hora, los bultos en banquetas que nos habla de personas que duermen.

 

Si se alcanzan a distinguir los rostros veremos que se trata de gente, que normalmente sería productiva. Resulta raro, ver ancianos, personas de la tercera edad. Y eso nos recuerda hace más de 60 años, un grupo de Damas Vicentinas, decidieron buscar forma de auxiliar a esos pocos ancianos que pululaban por las calles de Tijuana. ¿Qué hicieron? Se acercaron a don Baraquiel Fimbres, que de Sonora había llegado con su familia.

 

El buen hombre escuchó a las señoras que le pedían construyera una Asilo para Ancianos. Aceptó don Baraquiel, con una condición: ustedes pongan el terreno y yo lo construyo. Ellas, acudieron al propietario de un fraccionamiento que iniciaba y el caballero, les hizo entrega de un amplio terreno, para esa obra. Y ahí está, firme, un hogar para abuelitos (hombres y mujeres) sin familia que reciben atención integral.

Después de distintas administraciones por religiosas, desde hace pocos años, el Asilo está a cargo de una descendiente de don Baraquiel Fimbres.

 

En Mexicali, también gracias a un Grupo de Damas Vicentinas funciona desde hace más de 4 décadas el Refugio de Amor para Enfermos Mentales, A. C., sus huéspedes son hombres marginados que deambulaban por las calles, pero gracias a la bondad humana, disfrutan en unas instalaciones amplias, bien construidas, con programas de rehabilitación,  atendidos con esmero, amabilidad que hacen esfuerzos para solventar los gastos y no depender íntegramente de grupos externos.

 

En Tijuana ha faltado liderazgo para ocuparse de este problema tan doloroso. No hay duda de que hay voluntarios que ya atienden distintas áreas vulnerables de la sociedad. Pero nos falta encontrar al apasionado en Salud Mental, se anime a elaborar un buen programa para presentarlo al Tercer Sector y crear una institución que lo haga realidad.  Se ha logrado en otras áreas.  Por qué no en esta. ¡Animémonos!

 

 

 

 

 
 
 

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