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La adversidad y cómo la manejamos.

Por Liliana Fischer

Vivimos momentos de adversidad, como psicoterapeuta psicoanalítico atiendo a pacientes con ansiedad, insomnio, y depresión. En situaciones de miedo, incertidumbre, tristeza, duelo, enojo, impotencia y descontrol, el ser humano reacciona de diversas maneras. La reacción, acción y manejo de estas emociones, del lenguaje interno y externo, la concienciación de la situación que se experimenta hace la diferencia.

La actitud que tomamos ante la muerte de seres amados, la incertidumbre de no saber qué pasa y de no saber cuándo vamos a salir de esta situación, afecta a la salud (mental, física, psicológica y espiritual).

La adversidad saca lo mejor y lo peor del ser humano. Algunos la aprovechan y la utilizan como oportunidad. Otros están en estado de pánico con miedo a la enfermedad, al contagio, a la muerte, finalmente se desbordan en patología. Recomiendo que en estos momentos se acuda al psicólogo para un acompañamiento, trabajo de manejo (no control) de emociones, para superar la crisis y fluir con la adversidad aprovechando la resiliencia, que es la capacidad para adaptarse a las situaciones adversas con resultados positivos. Al final del camino creo que lo más adverso en la vida es la confrontación con uno mismo.

Kübler-Ross, expresó: “Aprende a ponerte en contacto con el silencio dentro de ti y saber que todo en esta vida tiene un propósito. No hay errores, no hay coincidencias, todos los eventos son bendiciones que se nos dan para aprender.”

Remontando a 1918-19, llegó la gripe española, muy similar a la actual pandemia. Durante el Porfiriato llegaron a México las seis enfermedades de “cuarentena”: el cólera, la peste bubónica, la fiebre amarilla, la viruela, el tifo y la fiebre recurrente.[1]

En esos tiempos se generó una adversidad sui géneris, ya que los ciudadanos estaban lidiando con el estallido de la revolución de 1910, para levantarse en armas y derrocar a Porfirio Díaz.[2]

En octubre de 1918, la epidemia de la gripe española, invadió parte de Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas y Chihuahua. Se tomaron medidas enérgicas como: “decretar la cuarentena contra los lugares de Estados Unidos invadidos por la epidemia”; imponer cordones sanitarios para aislar las zonas infectadas, evitar el desplazamiento de trenes y personas entre poblaciones. Propuso la clausura de todos los centros de reunión.


Prohibió la circulación de personas en las calles entre las 11 PM y las 4 AM. Exigió informar a las autoridades sanitarias de cualquier enfermo de calentura o catarro y prohibió que salieran. La violación a estas disposiciones sería castigada con una multa o arresto.[1] Estas medidas no se tomaron con el actual gobierno.

El manejo de la adversidad fue y es hoy diverso y similar. Algunos acudieron a doctores, chamanes, y creyentes pedían milagros. Otros ahogaron sus penas en el alcohol y los desesperados se suicidaron.

El humorista gráfico argentino, Matías “Tute” Loiseau, al dibujar la angustia entró en proceso catárquico y en un acto de sublimación.

Hoy, los que aprovechamos utilizamos la creatividad para solucionar, valoramos la salud, sabemos que el control no existe, descubrimos que el sentido de vida es necesario para una vida plena, e intuimos que lo que tenemos es a uno mismo. Algunos están muertos en vida y otros murieron y trascienden en vida.

“La adversidad es como un fuerte viento. Nos arrebata todo menos lo que no se nos puede arrebatar, y hace que nos veamos cómo somos en realidad”.

-Arthur Golden-




Contacto:

lilianafischer@hotmail.com

Celular: 8711817896

[1] Ramírez Rancaño Mario, La epidemia de influenza española en México: 1918, Resonancias, 8 junio, 2020

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