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La torre que no se rinde

La Torre Minarete: El último testigo del esplendor del Casino Agua Caliente




En medio del bullicio moderno de Tijuana, entre avenidas transitadas, y el constante ritmo fronterizo, se alza una estructura que parece hablar desde otra época: la Torre Minarete, solitaria y elegante, remanente de un pasado tan glamoroso como legendario. Este minarete no llama a la oración, sino a la memoria. Es lo que queda en pie del Casino de Agua Caliente, uno de los complejos más opulentos y escandalosos que haya conocido la ciudad… y México entero.



Corría el año 1928 cuando el Casino Agua Caliente abrió sus puertas en las afueras de Tijuana. En plena época de la Ley Seca en Estados Unidos, los millonarios, artistas, mafiosos y políticos cruzaban la frontera en busca de lo que en su país estaba prohibido: alcohol, apuestas, mujeres, música… y libertad.


Lo que encontraron fue más que eso: una joya arquitectónica con estilo mudéjar-californiano, rodeada de jardines, fuentes, albercas, campos de golf, y hasta un hipódromo. Inspirado en los lujosos casinos europeos, el complejo se convirtió en un destino internacional que atraía a figuras como Rita Hayworth, Charlie Chaplin, Al Capone y Winston Churchill.

La Torre Minarete, construida como parte del spa y zona de baños termales, se elevaba como un guiño al exotismo y la sofisticación. Era una torre decorativa, de corte morisco, que aportaba un aire oriental al paisaje californiano-bajacaliforniano.




El esplendor no duró mucho. En 1935, el presidente Lázaro Cárdenas decretó la prohibición del juego en México, y el Casino Agua Caliente fue cerrado. El gobierno expropió el complejo, que más tarde funcionó como escuela militar, internado y centro cultural. Poco a poco, los edificios fueron demolidos o transformados… hasta que solo quedó ella: la Torre Minarete.

Esa torre, que había sido testigo de fiestas desbordadas, acuerdos secretos, risas en mil idiomas y lágrimas de despedida, quedó en pie como centinela de una época dorada que la ciudad enterró, pero nunca olvidó.


Hoy, la Torre Minarete aún se alza en el corazón del Centro Escolar Agua Caliente, en la colonia del mismo nombre. Aunque el casino desapareció físicamente, su espíritu sigue vivo gracias a este símbolo arquitectónico.

En los últimos años, se han realizado esfuerzos para su restauración y conservación. Declarada Monumento Histórico, la torre ha sido defendida por historiadores, artistas y ciudadanos orgullosos de su patrimonio. Para muchos tijuanenses, es un recordatorio de que la ciudad no nació del caos, sino del sueño de grandeza, de lo cosmopolita, de lo insólito.


La Torre Minarete es más que un vestigio; es un ícono emocional. Para algunos representa la Tijuana glamurosa de los años 20 y 30. Para otros, es un escenario perfecto para imaginar las leyendas urbanas: los túneles secretos, las estrellas de Hollywood escapando por la noche, las apuestas millonarias jugadas en un par de dados.

Y para todos, es un símbolo de resistencia, identidad y memoria.

“El Minarete se alza como un verso en piedra, recordándole a Tijuana que hasta los sueños más altos dejan sombra.”

Fotografías tomadas del internet


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