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Los tiempos que corren

Por la Psicóloga Maria Isabel Uribe V.


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El amor, la energía vital.

En estos momentos tan importantes donde todo parece que no termina de arreglarse, es fundamental regresar a nosotros mismos, a nuestros sentimientos más profundos donde podemos encontrar el gozo de vivir.

La pandemia, tema reiterativo, no deja de crear sus efectos cuando estamos ya dando pasos mucho más firmes para salir de esta experiencia que ha afectado nuestra salud mental de forma importante. Aún permanecen sentimientos que no se han procesado mientras aparecen para la humanidad nuevos retos.

Una guerra que parece lejana y ajena, se vuelve cercana pues en este mundo globalizado, nos hemos podido dar cuenta que lo que sucede a cualquiera, nos afecta a todos.

Aprendizaje, importante: estamos más cerca de lo que parece.




Y entonces, ¿cómo podemos ayudarnos y ayudar a nuestros niños a entender y transitar emocionalmente este tiempo de la mejor manera que se pueda?

Una de las emociones más importante que los seres humanos tenemos es el miedo, y este se convierte en ansiedad. La ansiedad puede ser normal, transitamos en ella a medida que salimos de la situación que nos atemoriza. Sin embargo, para el ser humano, la ansiedad no se crea solo de un temor real, sino que mentalmente lo prolongamos e incluso lo acentuamos. Ahí tenemos que tener cuidado, pues podemos caer en un trastorno de ansiedad…esto es, tener miedo todo el tiempo.

Otra situación emocional que crea el miedo es el enojo. Sentir que nuestra salud y nuestra vida está siendo alterada o amenazada, nos puede llevar a percibirlo como un momento de ataque. Ante esto, sentimos que nos tenemos que defender, entonces la ira se encuentra en la puerta de nuestra sensibilidad todo el tiempo. Por lo mismo, las frustraciones son más difíciles de manejar y esto ocasiona que nos volvamos egoístas, indiferentes a los demás, y la furia la podemos lanzar contra cualquiera, sobre todo con los más débiles: los niños, los enfermos, las mujeres, los ancianos, las mascotas, e incluso algunos hombres. Aquello que antes nos desagradaba y tolerábamos, ya no es así. El enojo requiere ser expresado y las formas no siempre son sutiles o coherentes…o asertivas, como deberían ser.

Y claro, el otro sentimiento es la tristeza, ya sea por el mismo miedo que sentimos o por la agresión recibida, y esto se convierte en un detonador terrible de situaciones mentales enfermizas.


¿Qué hacer? Empezar a reconocer todo esto que sentimos y expresarlo.

Identificar dentro de nosotros mismos, de los miembros de la familia y los amigos, quién está enojado, deprimido, o ansioso y comentarlo con ellos, de una manera sensible, amorosa. Si es necesario, buscar ayuda con los familiares y amigos más cercanos primero y después con los profesionales.

Debemos darnos cuenta que la vida tiene la posibilidad maravillosa de ir trascendiendo todo aquello que nos atemoriza, enoja o entristece…y que, en medio de todas estas emociones, tenemos el afecto y el amor. Y eso es lo que tenemos que cultivar empezando primero por nosotros mismos sin egoísmos, para luego poder darlo a los demás.

Si no me he sentido amado, vale la pena aprender de ello; si no he amado, vale mucho la pena saber sobre ello porque el amor es un sentimiento poderoso que está dentro de nosotros mismos, solo que hay que identificarlo, reconocerlo y luego vivirlo.

Porque como les dije al principio de este escrito, es en el amor donde se encuentra el gozo de vivir.

El amor es la energía vital que nos da fuerza para seguir mejorando.

Que tengan una excelente vida.



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