"Las ciudades y su gente"
Por Luz Elena Picos
En Baja California, prácticamente todas las autoridades que están incluidas en el llamado Tercer Sector, creen sinceramente que su trabajo es infalible. Que solitos ellos lo pueden hacer todo y que para eso está el presupuesto. Esos miles de millones que se recaudan gracias al pago de impuestos y derechos que aportamos hombres y mujeres integrados al mundo laboral y empresarial.
Ante la crítica de millones de seres mexicanos pensantes, las autoridades alegremente se dedican a repartir dinero a diestra y siniestra. Estaría bien si esos estímulos se entregaran a quienes lo necesitan y por supuesto fuera bien empleado. Pero, según razonan los que invierten y trabajan, las autoridades también deberían estimular el crecimiento económico de México. Y eso sin mencionar la forma tan obscura como rinden cuentas las dependencias que se encargan de repartir esos apoyos. Eso dice la autoridad fiscal de la nación.
Lo curioso es que cuando la autoridad se tiene que enfrentar a desastres naturales o causados por el hombre, ahí sí de inmediato apela a la bondad y espíritu de solidaridad de las personas (piden… exigen ayuda de niños, adolescentes, adultos y hasta de la tercera edad) porque el dinero oficial no alcanza para solventar las emergencias. Y la respuesta positiva es inmediata, generalmente ni siquiera es necesario que el sector oficial lo solicite. Los mexicanos han demostrado una y mil veces su generosidad.
De hecho, sin que se asegure como verdad, emergencias o necesidades locales han propiciado el surgimiento de los Organismos de la Sociedad Civil y/o No Gubernamentales, así llamados por la ONU e incluso por la misma Ley de Fomento a las Actividades de Bienestar y Desarrollo Social de B. C. Existen cientos de ejemplos de esto que se afirma:
A principio de los años 30´s un grupo de señoritas, coordinadas por la profesora Josefina Rendón Parra, empezaron a crear lo que ahora tanto disfrutamos los tijuanenses: el Parque Teniente Guerrero. Con enorme entusiasmo pusieron el ejemplo e iniciaron la siembra de los árboles. Poco a poco los vecinos se les fueron uniendo y eso fue el inicio del primer centro de convivencia familiar y por supuesto el resultado de la unión cívica de varios tijuanenses.
Otro ejemplo de la unidad ciudadana, lo pusieron con enorme éxito ciudadanos que en lo individual o agrupados estuvieron ayudando a las víctimas del gran sismo de 1985, en Ciudad de México. ¿Recuerdan? Cuanto la mayoría de las críticas eran en contra de un presidente de la república que se había quedado pasmado, hombres y mujeres de todas las edades acercaron generosa ayuda. Muchas organizaciones surgieron para seguir aportando su esfuerzo en orfelinatos, asilo de ancianos, cultura, ecológica, entre otros sectores.
Y fue creciendo hasta hoy, que a pesar de las actuales autoridades, que por fortuna son transitorias, trabajan por el bien común, ayudan a quienes los necesitan o dedican sus esfuerzos al desarrollo que requieren los seres humanos como la cultura, el deporte y el medio ambiente. ¿Qué harían las autoridades, sin este generoso aporte?
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