Por: Alicia Huerta G. Arce
Viajar a Nueva York fue como un sueño hecho realidad; de esas cosas que piensas que nunca van a suceder porque no es como que todo el mundo te siga la onda. Cuando supe que iba, me emocioné como una niña a la que le dicen vas a Disney, ¡Oh Wow! voy a ir al lugar que siento que conozco desde siempre por mis novelas de Jackeline Susann, mis libros de Jeffrey Archer, toda la vida leyendo sobre The Plaza donde Robin Stone y Gregory Austin iban a tomar el coñac en el Oak Room; las caminatas por Central Park de los personajes de Mary Higgins Clark y todas las novelas románticas y películas que solo había visto en pantalla o en mis libros.
¡Un musical de Broadway se me hacía imposible!. Estar frente a Time Square caminando, comerme el clásico hot dog, ir al Grey Papaya que conocí por una película de Salma Hayek. Pararme frente al New York Times y sentir que iba llegando a trabajar, estar frente al Madison Square Garden donde se han presentado las grandes luminarias de la música, entre ellos, mi ídolo de infancia Raphael.
¡No, bueno! cuando vi a lo lejos desde la ventana del tren, el skyline de Nueva York sentí tal emoción, que empecé a aplaudir y a gritar (bajito) de alegría, (por supuesto el Chatz me veía como… ¿dónde me meto? que pena ajena). Pero no dejé que su mirada impidiera expresar mi alegría.
Lo primero que hicimos, fue caminar al hotel que estaba a unas cuadras, el New Yorker de la cadena Wyndham ubicado en la 8 y 34, a un lado de Penn Station. Después a caminar y empezar a empaparte de la esencia de la ciudad más maravillosa del mundo. Llegamos a Time Square y me tome la foto de "These Vagabond Shoes" que ya había planeado y solo yo lo sabía; así que cuando mi Chato me vio tirarme al suelo para tomar la foto de mis zapatos, quiso correr (¡ja ja ja!). Después nos fuimos a comprar los boletos para la obra Chicago -en una caseta como TIX4Tonight de Las Vegas- que está ahí, en Times Square. La espera era larga pero se nos hizo rápida pues íbamos platicando con unos barceloneses; obtuvimos boletos de Orchestra, o sea abajo, cerca del escenario y por un super precio… ¡Wow!.
La puesta en escena, los cantantes, bailarinas y música ¡impactante! Esa obra en un tiempo la hicieron los mexicanos Bianca Marroquín y Jaime Camil y fue un hitazo. Bueno, continuaré con el segundo día.
...MI SEGUNDO DÍA EN NUEVA YORK
Después de haber disfrutado la obra Chicago, por la noche nos fuimos caminando hasta Hell's Kitchen, donde empieza el barrio conocido por ese nombre y antiguamente centro de reuniones lleno de restaurantes, donde se frecuentaban artistas de teatro al igual que turistas, que jamás faltan en esta ciudad. Era el clásico antes y después del teatro.
Llegamos a un restaurante dizque "Mexican food" y la verdad, no nos decepcionamos. Todo lo preparan al momento, y los tacos de steak ¡son de steak!, mucha calidad en todos los platillos. Pedimos salmón y las margaritas más deliciosas que hayan probado en la vida, riquísimo todo y cerramos con un cheesecake de mango mmmmm. Nos fuimos a descansar a nuestro maravilloso hotel, y al siguiente día nos levantamos muy temprano para ir a encontrarnos con Unice que trabaja en Wall Street, sobrina de mi Chatz. Ella nos llevó a conocer el primer barrio que existió en Nueva York, en el área de South Street Seaport, junto al río, donde se instalaron los primeros pobladores. Los edificios todavía conservan vestigios del pasado… ¡Oooh wow!. Tomamos café y croissants con almendras y chocolate, conversamos y nos reímos de una y mil cosas, gracias Unice G. Arce por la compañía y la diversión.
De ahí continuamos nuestro camino hasta Battery Park, donde salen todos los ferries a Staten Island para los paseos a la Estatua de la Libertad y la célebre Ellis Island, donde llegaban todos los inmigrantes a pasar revisión antes de ingresar.
Caminábamos junto a Río Hudson (In a New York State of Mind) y llegando casi al World Trade Center, por razones que no recuerdo, decidimos que no era el momento de tomar el paseo por el Río y continuamos caminando, para luego tomar un transporte público y seguir hasta Central Park.
Llegando al Edificio Dakota, donde fue asesinado John Lennon, empezamos a recibir llamadas de las hijas de Rafa y de mi amiga Ana Esther Preciado, preguntándonos cómo estábamos, había habido un atentado en Nueva York y querían saber si estábamos bien. Más tarde caímos en cuenta que el atentado tuvo lugar una hora después de que nosotros nos habíamos ido de la zona donde sucedió.
Tristeza, rabia, impotencia, todo eso me invadió, ¿en qué mundo vivimos? ¿a qué hora se empezó a pudrir?
Bueno, pues después de visitar el edificio Dakota nos cruzamos a Central Park, al área de Strawberry Fields, bautizado así en honor de John Lennon, y donde se encuentra una placa conmemorativa que mandó instalar Yoko Ono.
¿Se pueden imaginar el enorme placer de pisar Central Park? evocando una y mil historias. Yo, Alicia Huerta, finalmente caminando por Central Park ¡que emoción! y precisamente en “Strawberry Fields Forever” ... sin palabras.
Enseguida, y por estar ahí cerca, nos fuimos a los hot dogs de Grey Papaya, ¿se acuerdan los hot dogs que le llevó Salma Hayek a su novio en la película "Fools Rush In"? pues esos mismos, deliciosos, riquísimos, no pueden dejar de ir.
Seguimos nuestro camino para tomar el tour nocturno por la ciudad con un frío espeluznante ¡ahh! pero de eso ya les platicaré ….
A la mañana siguiente, después de reponernos del frío, tomamos un barco para ir a conocer la famosa Estatua de la Libertad, Staten Island. Al fin la tenía enfrente, éramos ella y yo, ¿quién es más bella? le pregunté; tú enorme e imponente o yo, con esta cara de boba contemplándote.
La Isla me hizo sentir a todos aquellos inmigrantes que llegaban llenos de esperanzas e ilusiones, unos enfermos a los que no dejaban pasar y cuyo destino sería incierto.
Vi, en mi imaginación, a todos esos grandes hombres que llegaron a Nueva York a convertirse en magnates y creadores de grandes empresas. Sentía que estaba caminando por donde ellos anduvieron, qué sensación tan indescifrable, como si fuera una historia que yo había vivido.
Más tarde regresamos a Manhattan, a la realidad de tener que dejar la ciudad, pero le dije adiós con la promesa de volver, como quien se despide de una vieja amiga y muy querida. Le dije adiós a Carrie Bradshaw, a Samantha Jones, a sus amigas que recientemente había conocido en persona. Y vi de lejos otra vez el skyline de Nueva York ya sin las Torres Gemelas, con el corazón roto todavía, con esa sombra de la zona cero de la que nunca nos vamos a olvidar.
Quizá para muchos de ustedes lectores no signifique tanto ir a Nueva York, si tienen recursos ¡deben haber ido un montón de veces! Pero para mí, fue reencontrarme con las historias que amaba cuando adolescente, de los libros que devoraba y que me hacían sentir parte de la City. Reencontrarme con los personajes de mis novelas que me guiaban por las calles y barrios de New York, compartiendo sus historias de vida.
Todo pasa en Nueva York, y esta visita fue espiritual, emotiva y llena de recuerdos.
I ♥NY
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