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MI REGALO PARA TI. LO QUE ME HUBIERA GUSTADO SABER ANTES.

Por Cristina Arias

Autoconocimiento



En esta época de buenos deseos y muestras de cariño, te regalo tips que a mí me hubiera gustado conocer antes y te los quiero compartir.

¿Herida o cicatriz?

Si eso que pasó hace años lo sigues sintiendo con dolor, miedo, coraje, tristeza y si te sigue impidiendo avanzar, hacer las cosas que quieres y sentirte como desearías, entonces es una herida emocional y hay que trabajarla; si ya no te afecta en el presente y descubriste alguna fortaleza o desarrollaste algún poder o habilidad a partir de eso, ya lo trascendiste, entonces es una “cicatriz”.

A menudo llegan a mi consulta personas repitiendo la historia de drama, pensando que tienen una herida abierta de hace años por la cual creen estar estancadas, sin embargo, al comenzar a analizar la situación, se dan cuenta que ya no es una herida abierta, yo les llamo “cicatrices emocionales” que, en lugar de limitarlas, es un punto de poder que les recuerda las habilidades que desarrollaron a partir de eso y que las hizo más fuertes. Lo que las tiene estancadas es otra cosa y lo interesante es que, por estar focalizados en esa “herida abierta”, no veían la causa real de su estancamiento. Identifica tus heridas y tus cicatrices.

Emociones disfrazadas

“Mi hijo siempre está enojado” comentó mi cliente; el enojo es un “disfraz” muy utilizado para esconder otros estados de ánimo, ya que aquí en Latinoamérica el enojo está “permitido” sobre todo en los hombres, se les respeta cuando están enojados y se les enseña a esconder sus estados de vulnerabilidad. Entonces, cuando una persona está enojada, puede que detrás de ese enojo se esconda una frustración, sentido de inferioridad, desesperación, desorientación, tristeza, confusión, humillación y otras características que van más relacionadas al miedo y a la tristeza que al enojo.

Identificar correctamente las emociones, te ayudará a encontrar las soluciones a los problemas que se te presenten.

Sanando heridas emocionales

Una característica que tienen este tipo de heridas, es que la única persona que puede sanarlas eres tú, por más que otra persona con muy buena intención te quiera “limpiar, desinfectar y suturar” la herida que alguien más o tú mismo te causaste, la herida no va sanar. Las disculpas públicas de tu agresor no sanan la herida. La única persona que tiene el poder de sanar esa herida eres tú; cada herida abierta es una limitante en tu desarrollo personal y cada herida trabajada y trascendida se convierte en un punto de poder, una fortaleza. El trabajo es tuyo, busca asesoría, guía o ayuda. Si no tienes la posibilidad de consultar algún profesional, coach o terapeuta, puedes platicar con alguien que haya pasado por algo similar y ya lo haya trascendido.

Creencias adoptadas

Esto para mí en especial ha sido muy liberador. Sabemos que actuamos, decidimos y vivimos tomando como base a nuestras creencias, conscientes o no conscientes. Cuestionar las creencias con base a las decisiones que tomo, se ha vuelto en un indispensable y no negociable para mí.

A menudo, las creencias adoptadas comienzan con: “debo”, “debería” o “tengo que”, “lo correcto sería”, “tienes que vivir en pareja para ser feliz”, “tienes que casarte y tener hijos”, “tienes que estudiar para poder hacer dinero”, “los mayores siempre tienen la razón”, “tienes que ocultar tus emociones en público”, “los hombres no lloran”, “no te debes divorciar” etc.

No digo que no escuches las experiencias y buenos consejos de los demás, me refiero a que cuestiones si es lo que tú crees, sientes y si está alineado a tu esencia, propósito y voluntad.

Identifica si los consejos vienen de quien ya logró lo que tú quieres lograr, y si vienen desde la experiencia o desde una creencia.

¡Mis ganas no mandan!

La función del cerebro es sobrevivir y resolver problemas, si me espero a tener ganas de ir al trabajo o limpiar la cocina, quizás muy pocas veces en la semana lo haga… cuando no tengo ganas de hacer algo que quiero hacer, me recuerdo que mis ganas no mandan. Por ejemplo, si quiero hacer ejercicio, pero no tengo ganas, me recuerdo que mis ganas no mandan, manda mi voluntad y lo hago ¡Mando yo!

¿Desde dónde estoy actuando?

Una misma acción puede tener diferentes motivos. Identificar cuál es el motivo de mis acciones es muy enriquecedor. Por ejemplo, ¿soy terapeuta para ayudar a los demás o soy terapeuta porque quiero sentirme necesitada y consultada? Una misma acción, dos orígenes distintos. Identifica el origen de tus acciones.

Cada quien responde desde su condición.

Cada quien actúa según sus conocimientos, creencias, emociones y experiencias. Un ejemplo gráfico de esto es abrazar con efusivas palmadas en la espalda a una persona que debajo de su camisa tiene fuertes quemaduras de sol, a la persona le va a doler nuestra expresión de cariño y probablemente nos vaya gritar o defender. No le duele porque se sienta agredido, le duele por su condición. De la misma manera se pueden ver lastimadas las creencias, emociones y experiencias, mas no siempre corresponde a una intención de herir…cada quien responde desde su condición. No lo tomes personal.

No todo el mundo está hablando de mí

Las personas están pensando la mayor parte del tiempo en sus asuntos, están ocupadas con su vida, sus intereses y actividades. Detenerme de hacer algo que quiero lograr por darle importancia a lo que digan los demás sería un desacierto muy grande. Yo soy importante para mí y los demás son importantes para ellos; en caso de que hablen de mí lo harán por un ratito y si lo hacen, ¿en qué cambia mi vida? Recuerda, los demás no siempre están hablando de ti.


Gracias por leerme, por tus corazones y tus comentarios. Espero que te gusten y, sobre todo, te sean de mucha utilidad.

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