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Tu alma, tu semilla

Autoconocimiento

Por: Cristina Arias.

 




Se dice que el alma abandona al cuerpo y que no hay alma que abandone su cuerpo sin su pleno consentimiento … así sea de manera inesperada o gradual, de manera trágica o natural.

No sé qué pasa cuando morimos, no recuerdo haber tenido esa experiencia, más sí he leído e incluso platicado con personas que clínicamente han dejado de vivir y han vuelto a la vida inexplicablemente.

Lo que me lleva a decidir creer que somos más que un cuerpo, que hay algo más y mientras más amplío mis estudios, más lo corroboro.

De la misma manera, cuando aspiramos cambiar algo en nosotros, abandonamos a voluntad ese hábito que ya no nos es de utilidad, de forma determinante o gradual.

Cuando aspiramos cambiar, necesitamos dejar de hacer algo para hacer eso nuevo que queremos hacer.




Ya sea que nos propongamos dejar de fumar, de procrastinar o de pasar mucho tiempo en redes sociales, necesitamos abstenernos de fumar, de procrastinar o de pasar el tiempo en redes sociales. Para eso hay que saber cómo gestionar “las ganas” y adoptar nuevos hábitos. Hacer algo nuevo que no habíamos hecho para poder cambiar, desde encontrar los detonantes que nos llevan a hacerlo, identificar las creencias que originan esa costumbre y los miedos, hasta ver las lealtades invisibles que tenemos con familiares o personas que han influido en nuestras vidas.

Si queremos hacer ejercicio, necesitamos dejar la costumbre de no hacerlo, tomar la decisión y actuar estratégicamente distinto a como lo habíamos hecho antes, integrando la voluntad.

En otras palabras… el hábito viejo va a morir para darle vida a uno nuevo en nuestra existencia. Al igual que nuestras células se renuevan constantemente y físicamente ya no tenemos “el mismo” cuerpo de antes, de igual forma estamos cambiando todo el tiempo.

Cuando abandonamos a voluntad el hábito viejo, dejamos “morir” una parte de nosotros para convertirnos en algo más.

 

 

 

 

De esta manera, me gusta pensar que mi cuerpo es un fruto y mi alma la semilla que, si está en constante y buena nutrición, podrá florecer y convertirse en algo más grande que brinde sombra y más frutos. Y así, una parte de mí muere constantemente para dar vida a algo más grande y más fuerte; la que fui, la que soy y la que seré. Para que eso suceda, la semilla tendrá que abandonar “el cuerpo” en el que habita y abandonar la costumbre, junto con el viejo hábito, para dar vida a un nuevo árbol, a una yo renovada.

Cultivar la espiritualidad, es nutrir la semilla de voluntad. Es acudir a eso que es más grande que nosotros; algunos le llaman Dios, Universo, Padre Celestial, tu Yo Superior, o como sea que tú le llames. Conectarte, es lo que te convierte en algo más. La voluntad no se encuentra en el cerebro, el cerebro es un órgano de tu cuerpo y tú no eres tu cerebro, ni eres tu cuerpo.

No es el cerebro quien quiere que tú seas feliz, que logres tus metas y cumplas tus sueños… eres , tu alma, tu voluntad, tu mente quien quiere ser feliz, quien se imagina un “Yo” renovado, libre y distinto, quien quiere una buena vida en todos los sentidos.

Por otra parte, es normal sentir apego a lo conocido y rechazo al cambio, finalmente, la función del cerebro es mantenernos vivos y no precisamente ser felices. Si el cerebro ya sabe cómo mantenerte vivo en un ambiente hostil, te vas a sentir atraído a lo conocido, pues el cerebro ya sabe cómo mantenerte con vida ahí.

Por eso, si tú estás en contacto con tu SER, es mucho más probable que cuides de tu cuerpo, tu mente, tus emociones, relaciones y decisiones, alimentando y poniendo atención a la “semilla”, al alma. Nutriéndote de la fuente, es que te podrás transformar.

Hoy, en consulta con un jovencito que ha logrado cambios muy significativos, expresaba que a veces se sentía como en su “viejo molde”, como él lo nombró; y es que, al ir dejando morir lo que nos impide cambiar y expandirnos venciendo miedos, obstáculos y creencias que nos dificultan crecer, nuestra zona conocida se va ampliando y nos vamos sintiendo a gusto en nuestra nueva y más amplia zona de confort. Así vamos expandiéndonos y creciendo, atreviéndonos a vivir una vida distinta y más alineada nuestros anhelos y verdaderas necesidades.

Es estando en contacto contigo mismo y con tu fuente, que puedes lograr cambios importantes y positivos para tu vida. Te invito a comenzar a conocerte, atender y nutrir tu alma, “tu semilla” para que logres transformarte, dar frutos y amar la vida que tienes…para vivir en la vida que amas.

Conócete, acéptate, ámate.

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